Mientras el Plan de Viabilidad de Tussam está más parado que el AVE de la Cartuja y tanto el nuevo Vicepresidente Troncoso como ese genio de la dirección de empresas llamado Arizaga dan la callada por respuesta, el alcalde sigue erre que erre con la cantinela de la subida de tarifas, sin aplicar ninguna otra medida complementaria tendente a sanear las depauperadas cuentas de la empresa que no pase por clavar los colmillos sedientos en la yugular de la Junta de Andalucía.
Por supuesto, de negociar con los sindicatos y escuchar las propuestas que se comprometieron a hacer para conseguir rentabilizar mejor la explotación del servicio, nada de nada. A estas altura de año Tussam sigue sin convenio colectivo que regule las relaciones entre la empresa y sus trabajadores. Pero qué más, el convenio no es más que un minúsculo bache en el camino que se salta uno a la torera a la menor dificultad. Es de dominio público que en este país burlar la ley apenas tiene consecuencias cuando se trata de las empresas. Y los incumplimientos de convenio, mientra algún jurista de prestigio no me desdiga, son flagrantes incumplimientos de la ley. Y si no que le pregunten a Arizaga, que de esto sabe un rato.
Tampoco es que importe mucho. Ya se sabe que la paralización indefinida es la mejor fórmula conocida para que se pudran las cosas. Y las cosas, cuando se pudren, se descomponen, que es el objetivo perseguido.
Eso sí, mientras tanto los trabajadores rezando cada fin de mes para que se haga efectiva la nómina. Todo un ejemplo de gestión, sí señor.
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