No suele pasar con frecuencia, afortunadamente, pero a menudo ocurre; los autobuses de Tussam arden, cuando se dan las circunstancias para ello.
A éste le sucedió cuando se dirigía a la ITV para pasarla en su fecha. El vehículo había sido convenientemente revisado, como es norma preceptiva en la casa. Y en eso me consta que son rigurosos como nadie.
Lo que ocurre es que los fallos mecánicos existen, por desgracia, y a veces son inevitables. A éste le estallaron las bombonas de Gas Natural Comprimido que utiliza como propulsión. La pretendida sostenibilidad medioambiental también tiene su intríngulis, no te creas.
La suerte, que no llevaba ningún pasajero a bordo y que no hubo que lamentar daños personales. La mala suerte, que a pesar del arrojo del conductor, que se lanzó extintor en ristre sobre las llamas para intentar sofocarlas, no fue posible extinguirlo sin la intervención de los bomberos.
Estaba claro que al autobús le había llegado su día. La compañía de seguros todavía está resoplando.
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