Mi obra literaria

01 agosto 2010

El espejismo de los números municipales

Los números son más apañados que un jarrillo de lata: la misma cifra igual sirve para un roto que para un descosido.

Sobre todo si es el alcalde y los voceros a los que encarga la siempre entretenida labor de propagar el eco de las cifras por los desiertos inhóspitos de las páginas de los medios.

La prensa sevillana ha repetido hasta la saciedad que el mayor lastre de Tussam es su coste de personal, al que el alcalde y sus voceros de las cuentas han endosado la etiqueta cuantificada de 63 millones de euros en 2009.

Según el coro de godspel municipal, esa astronómica cifra es la causante del estado de quiebra técnica permanente de la empresa y de todos los males endémicos que hacen inviable el futuro de una compañía cuya función primordial es cubrir un servicio público esencial y de primera necesidad para la ciudadanía como es el transporte urbano.

Sin embargo, si se lee con detenimiento este artículo de Carlos Navarro Antolín publicado hoy en Diario de Sevilla, se llega a la conclusión que la Gerencia de Urbanismo tuvo un coste de personal en 2009 de 29,2 millones de euros (20,5 millones en retribuciones de carácter básico, más otros 8,7 millones en retribuciones complementarias).

Teniendo en cuenta que la Gerencia de Urbanismo cuenta con una plantilla de 500 empleados, habría que multiplicar esa cantidad por tres para ver el resultado de su aplicación en una empresa como Tussam, con 1.500 trabajadores.

Es decir, el coste salarial de la Gerencia de Urbanismo aplicado a Tussam supondría 87,6 millones de euros al año, es decir, 24,6 millones de euros al año más caro que el de Tussam. A pesar de lo cual, tan elevado coste de personal jamás pondrá en peligro la existencia y supervivencia de la sacrosanta Gerencia de Urbanismo.

No en vano los convenios urbanísticos son, contradictoriamente, tanto una de las mayores fuentes de ingreso de los consistorios, como el organismo de los mismos donde es más habitual que anide la corrupción. Sólo hace falta un viaje por los titulares de los medios para comprobarlo.

Como se ve, nada que ver con la monotonía improductiva de transportar ciudadanos de un barrio a otro.



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