Juan Carlos Escudier
Botín, como decía ayer, está “muy contento” y le ha gustado “muchísimo” ser el primero en solvencia, pero hay entidades que han empezado a sentir un sudor frío por la espalda al saber que han de mostrar sus arrugas. Lo que se consigue, al menos es que sea toda la banca europea la que enseñe unas vergüenzas que, a tenor de las estimaciones del FMI, pueden representar unos 350.000 millones de euros en pérdidas latentes no reconocidas.
Y aquí las vergüenzas son considerables, por mucho que llevemos años presumiendo de manera insensata de la fortaleza de nuestro sistema financiero. Las cajas, por ejemplo, tienen más ladrillo en sus balances que las 10 mayores inmobiliarias del país juntas. Con el estallido de la burbuja, lo prudente hubiera sido rebajar los precios de manera fulminante, pero eso es casi como mentar a la bicha, porque sacar estos activos al mercado por debajo de su valor contable implica minusvalías en la cuenta de resultados y no hay banco o caja que se atreva a dar el paso en solitario. Así que todo el mundo espera a que se cumplen los plazos dados por el Banco de España, que ha obligado a provisionarlos al 100% antes de dos años, confiando no ya en una recuperación milagrosa del mercado sino en el consuelo del mal de muchos.
Por otra parte, la reestructuración de las cajas que está a punto de concluir ha resultado un ejercicio tan alocado que ya se da por seguro en el sector que a no tardar mucho será necesaria una segunda fase. “Tenemos claro que habrá una segunda vuelta dentro de seis meses o de dos años a más tardar. Entre tanto podemos tener recaídas y algún que otro susto”, confesaba el directivo antes citado. Lo cual, sólo puede significar que el acceso al crédito seguirá siendo un quebradero de cabeza para empresas y familias durante un largo período.”
Más en “El streeptease de los banqueros”.
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