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01 mayo 2010

El Primero de Mayo debería ser una huelga general

El Primero de Mayo es una fiesta. Hemos convertido una jornada de reivindicación, de lucha, en una efeméride del calendario sin apenas incidencia en la política nacional y mucho menos entre los actores que mueven los hilos de esos títeres animados en que nos hemos convertido los trabajadores.

El Primero de Mayo debería ser una herramienta eficaz para imponer al gobierno que regule de verdad el sistema financiero y que controle de una vez a la banca y a los especuladores, y si para ello fuese necesario paralizar todo el país, pues habría que hacerlo sin dudarlo un sólo momento.

El Primero de Mayo debería ser el arma esgrimida para exigir de una vez un Estado de Derecho de verdad, donde los ciudadanos sean los verdaderos protagonistas y la democracia real el sistema mediante el que todos participemos en la construcción de una sociedad más justa.

Todo eso y mucho más debería ser el Primero de Mayo, amén de un recuerdo permanente para los miles de trabajadores que han dado su vida para conseguir una sociedad civil más justa e igualitaria.

Europa está dando indicios de que es necesario recuperar la herramienta por excelencia de los trabajadores, el verdadero cauce de su solidaridad. En España, los sindicatos juegan a esconderse en una crisis económica sin precedentes, con una cifra de parados que pronto alcanzará los cinco millones de no hacer algo para remediarlo y perdidos en unas negociaciones sobre la reforma laboral que tienen toda la pinta de convertirse en una catastrófica claudicación.

El ataque que suponen las políticas neoliberales y globales es un riesgo permanente para la supervivencia de la humanidad en sí y nosotros permanecemos inactivos y cruzados de brazos, manifestándonos cada año por las mismas calles y con la misma gente.

La sociedad necesita una reacción de quienes siempre han estado a la vanguardia de los cambios sociales y el progreso: los trabajadores.

Por eso es más necesario que nunca sacar del trastero del olvido la huelga general que en otras ocasiones se ha esgrimido por motivos mucho menos graves.



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