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14 abril 2010

El sillón donde se sienta el culo del alcalde de Sevilla

Hay sillones o poltronas de los que cuesta despegarse más que de un ser querido. Si no, que se lo pregunten a Alfredo Sánchez Monteseirín, alcalde de Sevilla, cuya salida del consistorio hispalense amenaza con convertirse en un culebrón más prolongado y cambiante que la serie Águila Roja.
Monteseirín ha lanzado un mensaje sorpresivo desde la ciudad de la luz: está decidido a agotar el mandato hasta los próximos comicios municipales, según él, tal y como le demanda un amplio sector del partido.
Sin embargo, la realidad que subyace bajo tal afirmación es otra bien distinta. Quienes creyeron que las luchas internas con el provincial se habían ahogado con el congreso que aupó a Griñán a secretario general del PSOE-A estaban muy equivocados.
No es casualidad que la postura del alcalde haya sido en todo momento diametralmente opuesta a la del secretario provincial José Antonio Viera.
Cuando, hace ya más de un mes, Griñán anunció a golpe de teletipo que Monteseirín no repetiría como candidato a la alcaldía, Viera le exigía en público que agotase el mandato. En aquellas fechas no estaba claro todavía quién podría ser el nuevo aspirante a la alcaldía de Sevilla. Mientras tanto, el alcalde no se cansaba de insinuar que su salida del ayuntamiento era más que inminente, porque todavía no había descartado que su sucesor fuese el elegido por él mismo.
Desde entonces hasta aquí, dado por sentado que el candidato lo eligirá el partido y según parece ya tiene nombre y apellidos, el alcalde ha estado jugando al gato y al ratón con su relevo anunciado y siempre a la contra de su secretario general, amagando a un lado para luego escabullirse por el otro como un extremo hábil.
El pasado viernes, José Antonio Viera insinuó que la salida del alcalde se produciría en breve, apuntando al mes de mayo o principios de junio. También ayer, Rafael Velasco, vicesecretario general del PSOE-A, exigió a Monteseirín que tomase una decisión ya y aclarase las incógnitas sobre su salida. Era algo más que un toque de atención que pone de manifiesto el hartazgo del partido de un tema que amenaza con escapársele de las manos.
Maribel Montaño, la portavoz del gobierno local, ha sido la persona elegida por Monteseirín para responder a estos llamamientos y anunciar un nuevo y desconcertante cambio de rumbo en un proceso que amaga con enquistarse de mala manera.
Aunque pueda no parecerlo, hay bastantes cosas en juego en esta partida soterrada, desde el futuro del propio alcalde, no del todo despejado todavía -eso de volver a su plaza de funcionario sólo se lo creen los ilusos-, hasta el de allegados cercanos cuyos nombres se han convertido en dianas de la noche a la mañana dentro del partido, llámese Manuel Marchena, Antonio Silva o Fran Fernández, cuyo futuro más que ser una incógnita carece de cualquier viso de realidad.
Todo este galimatías de que si me voy pero al final me quedo tratan de maquillarlo con el tan apañado "por el bien del proyecto socialista y por los intereses de la ciudad". Pero lo que está más que claro a estas alturas es que los intereses que se barajan aquí, más que pertenecer al colectivo de la ciudadanía, tienen nombres y apellidos y unos rostros a todas luces reconocibles.
Mientras, el espectáculo dantesco de la sucesión anunciada a golpe de titulares en la prensa deja a la ciudad sumida en un mar adormecedor de incertidumbre y Zoido se frota la manos complacido, observando cómo sus oponentes le tienden una alfombra roja que le lleva directamente a la alcaldía apenas sin esfuerzo.
Porque si alguna conclusión clara se puede extraer de este laberinto de actuaciones y declaraciones contradictorias es que, tanto el partido a nivel provincial, como el propio alcalde han perdido el respeto que se merece la ciudad que los encumbró. Y es más que seguro que los sevillanos ya habrán tomado buena nota de ello.
Como lo es también el que los trabajadores de Tussam ya deben tener más que claro que que su futuro tiene un peso específico en el desenlace final de esta partida.






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