O no deben andar tan mal las finanzas de Tussam como cacarean a todo viento esos prebostes de la economía galáctica de Gutiérrez y Arizaga, para los que los números son más cuestión de caprichos o de cambios de estado de ánimo, o Zoido, el candidato a alcalde de Partido Popular, ha resultado afectado por un virus extraño que le ha hecho perder sorpresivamente el sentido común, o en esta ciudad, condenados a vivir bajo esta clase de dirigentes hasta el fin de los tiempos, nos estamos volviendo locos de remate casi sin darnos cuenta.
Lo cierto es que aquí, cuando se trata del dinero que no sale de los bolsillos propios y sí del de todos, lo primero que se pierde es el sentido del equilibrio y con él la coherencia. En una cosa sí tiene razón el dirigente del PP; como he mantenido contra viento y marea en este blog el problema de Tussam es fundamentalmente de gestión y sus responsables están identificados con toda claridad.
Es una incoherencia como la copa de un pino hablar de ruina económica y apostar por los viajes gratuitos de cientos de miles de personas. A cualquier matemático le bastarían diez segundos para explicarlo con una claridad meridiana.
Si la empresa ha de prestar un servicio social, cosa con la que podría estar de acuerdo, el Ayuntamiento debe asumir íntegra y efectivamente su coste y no cargarlo de forma inmisericorde en las espaldas de los trabajadores a través de las cuentas ensangrentadas de la empresa.
Hace falta alguien que hable con claridad a los ciudadanos y les explique que un servicio público asumible ha de reunir dos condiciones inevitables; ser gestionado con eficacia y honradez y ser sufragado por todos y cada uno de los ciudadanos en su integridad.
Lo que no es de recibo es que un servicio público de la importancia del transporte urbano de una ciudad como Sevilla se gestione en función de la cantidad de votos que las medidas aplicadas para su funcionamiento sean capaces de proporcionar. A eso no hay buscarle ningún eufemismo, porque tiene un nombre que no es otro que demagogia.
Y en esta empresa, si nos atenemos a la cera que arde, la demagogia es el principal principio rector. Así nos va. Y así les va.
2 comentarios:
la verdad es que no entiendo cómo hemos llegado a unos politicos que se permiten hablar sin conocimiento de nada y poder mentir tanto y no sentir ni un pequeño remordimiento de las artes que utilizan.
megustas: remordimiento es una palabra que no está en su vocabulario.
Publicar un comentario