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01 diciembre 2009

A los comerciantes de Sevilla se les funden las luces

«No sabemos quién ha financiado las instalaciones de Sierpes, Tetuán y Rioja ni cuándo es la iluminación oficial, si bien eso no importa ahora sino que las principales calles de Sevilla estén alumbradas como siempre han estado».

Lo ha dicho José Aycart, portavoz de la federación de comerciantes Aprocom de Sevilla, en relación con la instalación del alumbrado público navideño en la ciudad. Y lo justifica porque cree que alumbrar ciertas calles es una obligación, ya que son «ineludibles por su importancia comercial».

El interés por lo más beneficioso para la ciudad y sus habitantes brilla por su ausencia en estas declaraciones y en la postura egoísta de la federación de comerciantes. No sé en qué ley u ordenanza municipal estará estipulado que todos los contribuyentes tengamos que acarrear con un gasto innecesario del que únicamente se benefician ellos en exclusiva para hacer su agosto.

Si tan beneficiosas son las guirnaldas navideñas para sus negocios, que las paguen de su bolsillo, que para eso será el único al que van a ir destinadas las ganancias.

Estos perpetuos opositores a cualquier avance de la ciudad, insolidarios como pocos, están perdiendo las pocas luces que les quedaban. Igual va siendo ya hora de que el Ayuntamiento los ponga de una vez en su sitio y que los ciudadanos nos neguemos a hacer prosperar a aquellos que anteponen por sistema sus intereses particulares por encima de los de la ciudad.

Que yo sepa, son los únicos en toda la ciudad que cobran por las molestias causadas por las obras, por poner un ejemplo. Como si a los demás no nos causaran molestia alguna. Y encima no paran de quejarse.

Las calles de Sevilla, si son de alguien, es de los sevillanos.



4 comentarios:

AdP dijo...

Están en su derecho. Vamos, que pueden quejarse de lo que quieran; otra cosa es que lleven razón. En este caso, siendo algo que se llevaba haciendo tantos años (no sé cuántos), echo en falta una explicación del Ayuntamiento por la no instalación de las dichosas lucecitas.

Sí, estoy totalmente de acuerdo, los reclamos luminosos los tienen que pagar los que se van a beneficiar de ellos, pero esa actitud del Ayuntamiento de hacer algo (o dejar de hacerlo) sin dar explicaciones para ver si nadie se da cuenta y cuela... cuela.

No sé, lo mismo mañana sale algún concejal diciendo que sí se ponen, pasado mañana otro diciendo que cada palito aguante su velita y la semana que viene otro hablando de una carta enviada a los comerciantes con fecha de mediados de octubre informándoles de que sí se va a mantener el alumbrado.

Saludos.

Gregorio Verdugo dijo...

AdP: han sido tan oscuros cuando dijeron que no se ponían como cuando han aceptado ponerlas. En eso estoy de acuerdo contigo, porque parece que tienen miedo a dar razones públicas que son coherentes. Los comerciantas se han beneficiado tradicionalmente de la iluminación navideña a costa del erario público. Si deciden acaba con ese chollo, porque entienden que todas las calles de Sevilla tienen el mismo derecho y el que quiera ponerlo por su cuenta que lo pague y se responsabilice, pues muy bien. Coge usted, lo explica con estas mismas palabras al ciudadado y si algún afectado se mosquea pues ajo y agua. y se acabó el asunto.
Hacer un debate que se eterniza sobre una cosa tan insulsa acaba por volvérsele en contra al propio ayuntamiento.

Anónimo dijo...

Jack ¿has visto la noticia de la multa de 270 euros por arrancar una "bandeera nacional" en la velá de Triana?
Me pregunto si un trapo con los colores de la Bandera de España puede ser considerada un simbolo patrio. yo tenia entendido que eran delito las ofensas y ultrajes a las banderas que ondean en los edificios publicos pero, ¿cualquier trozo de tela? tenia pensado arrancarle del tendedero de la azotea a mi vecina su toalla con los colores de la enseña nacional, pero visto lo visto pueden que me metan incluso en la carcel, pues la toalla es un simbolo nacional. Eso sí, simbolo playero.

Gregorio Verdugo dijo...

Anónimo: no me extraña, queí se le tiene más respeto a un trapo cualquiera que a las personas.