"Hay varias reformas laborales posibles, y todas tienen sus ventajas e inconvenientes. El desmoronamiento del empleo en esta recesión ha demostrado que el mercado laboral es sumamente injusto con los jóvenes, los que tienen contratos temporales o los que llevan pocos años en una empresa. Sus puestos de trabajo han sido aniquilados por esta crisis. Creo que es injusto desde una posición de izquierdas, aunque bien puede ocurrir que las alternativas sean incluso peores que la situación actual.
Y no todo se reduce a la contratación. Es un sistema por ejemplo en el que las políticas de formación de los empleados brillan por su ausencia. La gente entra en una empresa con un nivel determinado y sale con el mismo, más la propia experiencia que han adquirido al ocupar ese puesto de trabajo. A los empresarios no les interesa mucho invertir en sus trabajadores y, también hay que decirlo, muchos trabajadores no muestran demasiado interés en explorar alternativas de formación cuando están disponibles. "
Más en “La reforma laboral”.
Todo esto está muy bien, pero aquí habría que decir bien alto una de las injusticias más flagrantes que sostienen este puto sistema que nos gobierna.
Cuando se trata de empresas o bancos, las pérdidas por lo general se refieren a reducciones en los beneficios, o lo que es lo mismo, a que se gana menos de lo que se tenía previsto ganar.
Referidas a los trabajadores, las pérdidas, sean de derechos o económicas, inciden directamente en la vida diaria de las personas y afectan no sólo a quien las sufre directamente, sino a todos y a todo lo que les rodea.
Siempre se ha dicho que la cuerda suele romperse por el extremo más débil y en las reformas laborales, al menos en las que yo he conocido, el resultado jamás ha variado: un dos en la quiniela. Los trabajadores retrocediendo en derechos y condiciones laborales y los empresarios frotándose las manos.
Y para no variar, nadie plantea que quizás lo que conviene cambiar sea el asqueroso sistema.
6 comentarios:
La frase “la crisis que la paguen los ricos” debería ser algo más que un eslogan al uso, al menos debiera significar el cambio comprometido para corregir el rumbo, variar la dinámica y establecer el modelo que garantice el freno a este desarrollismo inmoral que nos han impuesto, una cascada inagotable de exigencias laborales y sociales haciendo prevalecer un método absolutamente antisocial. Todas las medidas que se propongan en la línea en que se ha hecho hasta aquí significaran más de lo mismo, pero y esta es la pregunta del millón ¿serán capaces las organizaciones sindicales de plantar cara de verdad, de exigir y de impulsar ese cambio imprescindible?. Salud Grego.
Mas en http://temasparalareflexion.blogspot.com/
Enrique: estoy contigo, ésa es la pregunta del millón. Pero hay que resaltar aquí, a fuerza de ser justo, que los sindicatos son el reflejo en buena medida de nosotros mismos. El inconformismos y las ganas de cambiar las cosas empiezan por los individuos y después se transmite a las organizaciones.
Seamos rebeldes nosotros e impidamos que ellos, los que tienen el poder de la representación, tengan resquicio alguno para la cobardía.
En ello estamos.
buen post.
me temo que la crisis es solo para el trabajador y sus familias y sus ilusiones y.... como siempre a los ricos el sudor y las lágrimas de los trabajadores siempre les llega a sus manos convertidos en monedas.
i met you: es un cuento tan viejo como el tiempo y parece imposible de cambiar.
Pero por intentarlo que no quede.
La verdad es que nadie cuestiona el sistema, el único existente de manera global: el capitalista. Pero algo falla cuando a los bancos (a los ricos y poderosos) se les perdonan las deudas y se les "regala" dinero para que TODO siga funcionando, pero a tí (a los pobres), si no puedes pagar la hipoteca, nadie te perdona nada y te embargan hasta la dentadura. Parece que todos estamos a gusto con este modelo. ¡Puaf!
Anónimo: pues el sistema no deja de hacer aguas por todas partes y en algún momento tendrá que parar, digo yo.
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