“Estamos ante uno de los mayores escándalos políticos de la democracia, cuyo alcance respecto del número de implicados y de las cantidades manejadas supera con creces a la trama de Filesa. Su efectos serán demoledores para el PP -aunque la ceguera de su líder le impida ver más allá de las últimas encuestas-, pero también para el conjunto del sistema, cada día más desprestigiado a los ojos de una ciudadanía descreída, a la que se pide honradez, esfuerzo y sacrificio mientras observa cómo los servidores públicos que debían servirle de espejo se enriquecen obscenamente.
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La única forma de acabar con la corrupción es la información. Las adjudicaciones públicas, las actuaciones urbanísticas y las cuentas de los partidos, incluidos sus movimientos de caja y su endeudamiento, habrían de poder ser conocidas en tiempo real por cualquier ciudadano a través de Internet. Queremos saber en cuánto se presupuesta un edificio, qué ofertas se presentan, quién compone la mesa de adjudicación, quién se lo adjudica y con qué criterios, qué reformados se presentan, cómo se va pagando y por cuánto nos sale al final la broma. Tendríamos que poder mirar a través de los cacareados bolsillos de cristal de los políticos para conocer en cada momento el listado de sus bienes y su evolución. En vez de eso, tenemos fiscalizaciones extemporáneas, como la del Tribunal de Cuentas, y registros de intereses de acceso restringido. A nadie le interesa cambiar ese estado de cosas. ¿Por qué será?”
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La calidad de nuestra democracia deja mucho que desear, pues permite comportamientos y acciones que socavan su propia esencia. El mayor daño de todo ello es que a la opinión pública le llega el mensaje de que esto es lo "normal", que todos roban cuando alcanzan el poder y que nada se puede hacer. ¡Tantos años luchando y clamando por la democracia para que unos cuantos la hundan en el barro! ¿A quién beneficia todo esto?
ResponderEliminarAnónimo: a nadie. Y tú lo has explicado muy bien, lo peor es el mensaje que se transmite a la ciudadanía. Parece como si hubiera alguien interesado en que se instale para siempre el desinterés por la política y por la democracia.
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