Al alcalde de Sevilla le preocupa la fidelidad de los lectores de su blog

El blog del Alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, ha sido seleccionado para una investigación que realizarán los doctores Cayetano Medina y Ramón Rufín, mediante la que tratarán de determinar los factores que influyen en la fidelización de los visitantes de los blogs de agentes políticos.

Escribe el alcalde al respecto:

“La continua aparición de estos (los blogs) en la esfera política hace que cada día resulte más complejo atraer y lograr que repitan visita los usuarios de los mismos. Por ello, conocer los elementos que puedan afectar a la satisfacción y posterior fidelización de sus visitantes resulta de vital importancia.”

Reconozco que a todo blogger que se precie le interesaría contar con esos datos preciosos, pero me gustaría recordarle al alcalde que la blogosfera está a rebosar sobre recomendaciones al respecto y muy acertadas la mayoría de ellas. Algunas incluso me permití recomendárselas yo mismo desde aquí.

Pero como pide participar mediante la cumplimentación de un formulario al efecto, cosa que por supuesto he hecho, me permito también opinar al más puro estilo blog, es decir, escribiendo un post que participe y enriquezca la conversación.

Como ya escribí en su día, los blogs no se llevan bien con la política, porque la inmensa mayoría de ellos están enfocados desde el punto de vista del marketing electoral, con lo que de partida se enfrentan al alma matter de lo que es un blog.

José Luis Orihuela lo explica a la perfección cuando dice que la capacidad de influencia de los blogs “se mide en mayor grado por su relación con otros entes semejantes en la blogosfera y por el eco que sea capaz de generar”.

O lo que es lo mismo, alcalde, no basta con editar contenidos de calidad e interesantes, hay que bajar al ruedo a conversar a pecho descubierto con los demás. Ésa es la mejor manera de fidelizar a los visitantes de una bitácora, que se sientan partícipes y protagonistas de lo que en realidad es el blog: un medio social.

En este sentido, la conversación que genera el blog debe ser bidireccional con otros blogs y con los propios lectores a través de los comentarios y otras herramientas de comunicación al uso.

Una de la debilidades del blog del alcalde, a mi entender, es precisamente ésa, conversa poco, tanto con sus propios lectores como con otros blogs. Tampoco enlazar suele ser una de sus virtudes, pero algo sí que enlaza. El día que el alcalde se dé cuenta de que los lectores se sentirá como en su casa cuando se vean reflejados en la actividad diaria del blog, habrá dado un gran paso y tendrá la mitad del trabajo hecho.

El alcalde sabe que esta retroalimentación es el caldo de cultivo donde germina la razón de ser de la blogosfera y es ahí donde debe de incidir para que la comunicación sea efectiva y el lector encuentre motivos para volver. Invitándolo a participar, a proponer temas, a enriquecer lo artículos con sus aportaciones, cuando no a convertir en artículos los propios puntos de vista o las sugerencias de los mismos lectores.

Entiendo la necesidad de moderar los comentarios, aunque es más que recomendable publicar hasta los más críticos, siempre dentro del marco del respeto y la educación. También comprendo que para un político con una agenda tan apretada como un alcalde la actualización puede suponer un problema, no hablemos ya de involucrarse en las redes sociales para extender la conversación por otros nichos. Sin embargo, la tecnología actual permite un amplio margen de maniobra que ya ha dado buenos resultados en como el de Patxi López. Es cuestión de sentir el blog como parte de uno mismo o no, así de simple.

Si lo que quiere el alcalde es fidelizar a los visitantes de su blog cuenta con la ventaja de la imagen y la notoriedad pública, pero le falta sumergirse en el espíritu de la red, comprender que aquí estamos para escuchar, hablar y aprender, para conversar como en una taberna sin paredes, abierta a los ojos del mundo, porque lo que decimos lo asumimos y no tenemos ningún inconveniente de decirlo bien alto y exponerlo a lo que los demás opinen sobre ello.

Y si nos equivocamos, pues rectificamos, que para eso es de sabios, y santas pascuas.