Mi obra literaria

30 mayo 2009

Por el derecho de los discapacitados al libre acceso a la cultura

Ahora mismo, en Génova, en la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual de la ONU, se está haciendo historia. Por primera vez en la historia de la OMPI, el organismo que crea los tratados mundiales sobre propiedad intelectual está intentando escribir los primeros tratados de copyright dedicados a proteger los intereses de los usuarios de copyrights, no sólo los de los propietarios de los derechos.

El asunto en cuestión es un tratado para proteger los derechos de los ciegos y otras personas con otras discapacidades que pueden afectar a la lectura (gente con dislexia, con brazos paralizados o sin éstos, o sin manos para poder volver las páginas), introducido por Brasil, Ecuador y Paraguay. Debería ser una cosa hecha: ¿Quién no querría un sistema de armonizadas excepciones de copyright que aseguraran el acceso a la palabra escrita a los discapacidados?

Extracto del artículo original de Cory Doctorow en Boing Boing, traducido por Mario Pena.

Algunos de los que están en contra de que se firme dicho tratado, aliados cómo no con la industria, son EEUU, Canadá, el Vaticano -¿no era el reino de los cielos de los ciegos y de los que sufren”-, la Unión Europea, Australia y Nueva Zelanda. Es necesario que colabores para defender el derecho de las personas discapacitadas a obras protegidas con copyright y te hagas eco del llamamiento que realiza Cory:

No suelo pedir a los lectores que hagan esto, pero por favor, reenviar este artículo a toda la gente que conozcáis en EE.UU., Canadá y la Unión Europea y pedir que lo vuelvan a poner en blogs, en tweets y que difundan el mensaje, especialmente a oficiales gubernamentales y activistas que trabajan por los derechos de los discapacitados. Sabemos que las negociaciones en la OMPI pueden verse abrumadas por los activitas ciudadanos — de esta manera fue como logramos acabar con las negociaciones del Tratado sobre Radiodifusión hace unos pocos años — y con vuestra ayuda podremos hacer historia y crear un mundo en el que las leyes de propiedad intelectual protejan el interés público”.

Y añado yo ¿por qué no hacer de una vez un movimiento contra la desvergüenza, venga de donde venga, acabar de una vez con tanto vividor y dar de para siempre el giro que la sociedad necesita para que no se vuelva a producir el espectáculo dantesco al que asistimos cada día?

Mientras nos cocemos a fuego lento en una crisis que no tiene otras víctimas que las de siempre, los más débiles, contemplamos con estupor cómo a los poderosos se la trae al pairo, inmunes al sufrimiento de tanto indefenso, al dolor y a la miseria, preocupados en exclusiva en no peder sus privilegios ancestrales y sus posiciones de poder.

¿Cómo es que no somos capaces de agitar las conciencias para impedir que esto ocurra y que tantos derechos fundamentales y humanos dejen de ser, como siempre, papel mojado cuando se enfrentan a los intereses desalmados de unos cuantos? ¿Tenemos que llegar a la conclusión terrible de que el ser humano ya no tiene conciencia? ¿Tenemos que resignarnos a que ellos, los que siempre han querido que el alma humana se gobierne por cualquier cosa menos la razón, se salgan con la suya? ¿Tan poco respeto nos tenemos como especie que no somos capaces de creer en nosotros mismos y en nuestro futuro?

Me resisto a entregarme, me niego a extender mis muñecas para que sean esposadas por las cadenas de la intolerancia y la insolidaridad, por la codicia y la falta de escrúpulos, me niego a resignarme a que mis hijos no van a tener nunca una sola posibilidad de conocer un mundo esencialmente mejor y unos seres humanos más comprometidos con lo que son y con su papel en el planeta. Y me niego con más energía si cabe, porque sé perfectamente que en esta guerra silenciosa de siglos ellos, los de siempre, no están dispuestos a hacer prisioneros.

Vía | Mangas Verdes

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