"Llevé en la mano una lista con propuestas de reportajes y entrevistas y el texto de una que le acababa de realizar a Antonio Gala. Porto levantó los ojos, me saludó, tomó los folios que le extendía mientras le explicaba de qué se trataba y los rompió sin mirarlos tirándolos a la papelera. “Escríbela otra vez, no es buena”, dijo. Me quedé petrificado. Sólo acerté a balbucear: “Pero si no la ha leído”. Porto, replicó: “Es imposible que esté bien, vuelve a escribirla”. Encontré una máquina de escribir libre en la sala de los fotógrafos que estaba en el extremo de unos inmensos talleres donde se imprimía el diario Arriba y el Marca. Recuerdo el espectáculo de las linotipias, su olor. Al cabo de un par de horas, volví al despacho del director adjunto o lo que fuera. Éste colocó los folios sobre su mesa y dijo: “Te doy dos opciones. Lo corregimos juntos o lo publico como está y si no me gusta lo que leo mañana no vuelvas por esta agencia. Tu eliges”. Me senté a su lado. Porto cogió un lápiz rojo y emborronó el texto: “Fuera adjetivos, las comas son un lujo, esta frase es muy larga, esto no se entiende… Pásala a limpio”. Lo hice. La escribí por tercera vez."
Lo cuenta Ramón Lobo en “Escríbela otra vez, no es buena”, una anécdota personal que se la escuché durante la charla que ofreció en las
V Jornadas Nuevas Tecnologías para Nuevos Periodistas, organizadas por la APDA en el CEADE de Sevilla. Ya allí me pareció de lo más ilustrativa, pero ahora, escrita de su puño y letra, me parece simplemente periodismo en estado puro.
2 comentarios:
jjaja pues bueno,era para un buen fin no?de todo se aprende.
Un beso Jack
S.: la anécdota es para enmarcarla.
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