Mucho se está hablando de la crisis de los medios y sobre las posibles salidas a la misma. Manolo Almeida lo resumió excelentemente en su ponencia para iCities diferenciando con exactitud lo que es la crisis del modelo empresarial de lo que es la crisis del periodismo como concepto. Aunque creo que ambas están íntimamente ligadas.
El periodismo comenzó a perderse cuando los medios se convirtieron en negocio. Lo que debía ser un muestrario permanente de información de calidad que aportara valor al ciudadano se fue transformando poco a poco en una especie de escaparate de bazar donde mostrar las diferentes mercaderías, hasta el punto de agenciarse las páginas más privilegiadas, por encima de la información relevante del día.
A los medios se les comenzó a ver el plumero, cuando el objetivo principal pasó de ser el mantener debidamente informados a los ciudadanos por el pago de una módica cantidad de dinero, a incrementar sistemáticamente y al precio que sea la cuenta de resultados de los editores. Esto es básicamente lo que les llevó a depender de manera suicida de los anunciantes y del poder establecido para poder mantener el progresivo incremento de los beneficios.
Los medios se convirtieron en insaciables en su ambición de poder, de influencia y de cuentas engrasadas y con ello comenzó la decadencia de una profesión que se arrastra por el tiempo a la búsqueda de su tabla de salvación definitiva. Internet lo único que ha hecho es demostrar que el Rey estaba completamente desnudo.
Ahora es necesario reinventar los medios y el periodismo. Fabricar escenarios de transparencia informativa que permitan crear empatía con los lectores mediante una conversación multidireccional y participativa.
Que nadie se tire de los pelos y que se mire con lupa detrás de los discursos alarmistas que se lanzan al aire. Porque esto no es más que una oportunidad única para el periodista.
Ya que si algo tengo claro en todo este embrollo es que la solución pasa por volver al colocar al periodista en el eje gravitatorio de este negocio, sin importar el formato en el que sirva la información ni el medio por la que se transmita.
Probablemente, lo que más urge al periodismo en estos tiempos es un Certificado de Denominación de Origen.
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