Los empresarios están tristes y lo claman a los cuatro vientos. El presidente de la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA), Santiago Herrero, ha manifestado que las empresas «nunca se han sentido tan aisladas y desamparadas como ahora». Lo dijo durante la presentación de su informe anual ante la Asamblea General Ordinaria de la CEA.
Se sienten solos, separados, dislocados de una sociedad que no los entiende. Una sociedad que tuerce los argumentos y razonamientos, para manipularlos y sacarlos de su contexto de manera que ellos, pobrecitos, siempre aparecen como los malos de la película, cuando en realidad son los que más se sacrifican para que el sistema funcione. Unos incomprendidos, eso es lo que son a fin de cuentas.
Por ello han decidido pedir, ellos que jamás han abierto la boca para solicitar nada y que han campeado el temporal sólo con su esfuerzo y tenacidad. Y por pedir, no piden apenas nada, minucias que luego las malas lenguas tergiversarán para que aparezcan ante la gente como los ogros que nunca han sido.
Solicitan un marco económico que incentive el empleo estable, a su manera, con la marca indeleble de los emprendedores de siempre, los que levantan y hunden países como si de una partida de monopoly se tratase. Por eso es ahora más necesario que nunca “ajustar los costes laborales a la situación real de la economía, disminuir las cotizaciones sociales con cargo a las empresas y obtener un mejor tratamiento fiscal”. Menudencias sin importancia, nada del otro mundo.
¿Reducir el margen de beneficios en aras a un mejor reparto de la riqueza?, no hombre, no, los dividendos han de ser considerados como un gasto más.
Es un esfuerzo ímprobo y muy desagradable repartir beneficios, ninguno de ellos lo quisiera hacer, no les interesa en absoluto, no va con su filosofía. Por eso tienen que ser gastos, por el desperdicio de energía que supone amasar dinero y luego repartirlo entre los colegas y verse en la ineludible obligación de repensar de nuevo dónde emplearlo para que a su vez vuelva a producir dividendos y se tengan que ver inmersos de nuevo en la engorrosa obligación de repartirlos otra vez. Toda una faena que se escapa a nuestras simples mentes de ciudadanos de a pie y que no se la desearían a nadie.
Y de tal guisa andan, arrastrándose por la crisis y mascullando su soledad incomprendida, a la espera, como el viejo coronel, que algún presidente benévolo y comprensivo les escriba.
3 comentarios:
!!que lastima de hijos!! indicame, si puedes, donde puedo ingresar mis donativos y en que medida podriamos ayudarles.
Tienes razon, ¿repartir dividendos? ¿entre quien? ¿entre los que tienen que pagar sus hipotecas? ¿entre los que tienen mantener una casa con 1000€? no hombre, esos no soportan la crisis, si se las apañan pagando una hipoteca y con solo 1000 pavitos de sueldo al mes, ¿no se lo podran apañar con un poco menos? ........!!!marchando una de cinismo, oiga!!!
Isi.
... (se te olividaba) y trabajando entre 14 y 15 horas al día, y no más porque supongo que habra que dormir, ya que si te tomas un descanso para almorzar también se molestan.Ah!! y si podemos pagarles el chalet y las vacaciones mejor!!
Anónimo: si es que los tenemos abandonados, hombre, somos muy crueles con ellos.
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