No me gusta el periodismo cuando se ejerce desde el catastrofismo, creo que es la peor base desde la que relanzar esta profesión. La obligación de todo periodista es contar las cosas que suceden, nunca hacer de agoreros fundamentados en una suerte de tarot personal e intransferible propiciado por un ego desmedido que no cabe en la pluma con la que uno escribe. Eso no es periodismo, ni siquiera opinión. Eso es más propio de una vulgar línea 905 de adivinación para incautos y temerosos permanentes del futuro.
En dicha atmósfera cualquier propuesta que el periodista pueda hacer, por muy razonable que sea, se diluye en un hálito apocalíptico que la hace poco creíble.
Cuando el ego devora al periodista, éste pierde todo contacto con la realidad y se aísla en una torre ciega, desde la que sólo contempla el mundo que habita en su mente y, entonces, su relato pasa a ser ficticio, desproporcionado y a menudo de tintes aciagos, que el público, como mero mecanismo de supervivencia, rechaza de manera tajante y permanente.
Y si no lo creen, echen un vistazo a esta perla de artículo publicado por ese centro de tarot de alcurnia permanente denominado Voto en Blanco.
No hay palabras.
4 comentarios:
hola Jack.Es verdad,no hay palabras
S.: Yo he flipado con el artículo, te lo aseguro.
¿Gobierno de concentración nacional?, le ha faltado poner "y "católica". Yo si tengo una palabra para calificar a estos predicadores del culto, esta no puede ser otra que "golpistas".
Enrique: de hecho, lo que propone como medidas inmediatas se parece muy mucho a un estado de excepción.
Publicar un comentario