El otro día, en el artículo titulado “Monteseirín quiere ser como Obama” publicado en Voto en blanco, su editor, Francisco Rubiales se dio un baño de inmodestia y prepotencia como pocas veces se ha visto en la red.
Rubiales, que arremetió contra el alcalde de Sevilla por el curso que dos asesores de la campaña electoral de Obama han impartido al grupo socialista del Ayuntamiento de Sevilla, se ha cubierto de gloria al dejar al aire libre las vísceras de sus pensamientos.
No entiendo cómo quien se define a sí mismo como “alguien que probablemente sepa tanto o más de comunicación avanzada que los expertos contratados”, a continuación se permite tildarlos de “gente de segundo nivel en el equipo que ayudó a Obama” en un gesto de prepotencia y desprecio hacia quienes seguramente ni conozca. Igual es que Rubiales ha participado en la campaña ganadora de algún líder internacional y no lo sepamos. ¿Putin tal vez?
Sin embargo, lejos de quedarse en menospreciar públicamente al extraño, más adelante se lanza a la yugular de los paisanos afirmando que “los caladeros de votos (del alcalde) están situados en los barrios más pobres, donde la mayoría de sus habitantes ni siquiera saben qué es Internet y donde el analfabetismo y la desinformación causan estragos”. Toda una falta de respeto la suya, calificando de analfabetos e ignorantes de una sola tacada a los pobres y a los votantes socialistas y efectuando un peligroso ejercicio de paralelismo, más parecido a métodos de clasificación propios de otros tiempos ya casi olvidados.
Y, por si fuera poco, arremete al final con “los comunistas” cuyos comportamientos, a su juicio, son “intolerables para cualquier sevillano decente”.
Me resulta cuanto menos paradójico que Rubiales, que tan buen oído tiene cuando se detecta un presunto caso de corrupción o favoritismo en la izquierda, sea tan torpemente sordo en relación con los innumerables que se producen en las filas de la derecha y que tienen casi colapsados buena parte de los tribunales de este país.
Rubiales debería hacer una cura de humildad sincera y atemperarse en este tipo de generalizaciones, que no conducen a nada y no reflejan para nada la realidad.
Y, por su parte, convendría que el alcalde de Sevilla se pensara muy mucho si los consejos de alguien que tiene tal concepto de quienes le votan son de alguna utilidad. Ya que alguna vez incluso lo llamó a consultas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario