Dos de los detectives implicados estaban acusados de homicidio y el tercero de riesgo imprudente. Los tres agentes se acogieron a someterse a la decisión de un juez, prescindiendo de su derecho a ser juzgados por un jurado, alegando que en un distrito como Queens el jurado estaría con toda probabilidad predispuesto debido a la repercusión del caso en los medios. El juez encargado del caso, Athur Cooperman, ha asegurado que las acusaciones no podían probarse más allá de una duda razonable.
El 25 de noviembre de 2006, el Joven de color de 23 años Sean Bell, acompañado por sus amigos Joseph Guzmán y Trent Benefield, había salido de su despedida de soltero en el Club Kalua, en Queens. Ya en la calle, se percató que había olvidado un sombrero y volvieron para recuperarlo. Cuando penetraron de nuevo en el local lo enfrentó un desconocido con el que se ensalzaron en una fuerte discusión.
Los detectives Gescard Isnora, Mike Oliver y Marc Cooper se encontraban trabajando en ese momento en una operación en el interior del club. Durante la discusión, el detective Isnora asegura que escuchó a Joseph Guzmán que iba a por su pistola.
Isnora siguió a los tres amigos al exterior del local mientras se dirigían al coche de Sean Bell y, según su declaración, al identificarse como policía, fue embestido en una pierna por el Nissan Altima de Bell, quedando arrinconado contra el coche de su compañero Michael Oliver, que estaba aparcado en el lugar de los hechos. Gescard Isnora disparó su arma y al poco llegaron sus dos compañeros, uno de los cuales efectuó 31 disparos al creer que Isnora había sido tiroteado desde el interior del vehículo, según declaró. De la refriega resultó muerto Sean Bell y sus dos amigos heridos de bala de diferente consideración.
Sin embargo, los familiares y amigos de Bell manifiestan que el caso es uno más de los muchos acerca de disparos de la policía sobre hombres negros desarmados y pone de manifiesto el abuso de poder y la violencia policial de la policía neoyorquina con la comunidad negra, a pesar de que dos de los agentes implicados son de color.
Al anunciarse el veredicto se escucharon gritos y llantos en la sala de la audiencia y los pasillos adyacentes y los tres policías hubieron de salir escoltados por una puerta lateral. Afuera, una multitud a duras penas mantenida por un cordón policial protestaba por la sentencia. Las autoridades de la ciudad temen ahora que se produzcan revueltas y protestas debido a la trascendencia del caso.
Fuente The New York times
1 comentario:
nada ha cambiado desde siempre, por desgracia!
la Justicia lleva un pañuelo sobre los ojos pero, a veces, alguien le levanta el velo y le obliga a no ser libre! está secuestrada y esclavizada por dioses más fuertes que ella.
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