Leo en un artículo de Tendencias 21.net que Microsoft reunió en marzo de 2007 en Sevilla a un grupo de expertos para analizar el futuro de las relaciones entre personas y ordenadores. La conclusión a la que llegaron es que las fronteras físicas que separan a los humanos de los ordenadores desaparecerán completamente en 2020. También afirmaron que esto afectará a los valores humanos, culturales y sociales y obligará a redefinir el marco de relaciones para la interacción persona-ordenador, porque las tecnologías computacionales no son neutrales.
Bajo el título Being Human: Human-Computer Interaction in the Year 2020, el análisis apunta, por ejemplo, a que los medios convencionales con los que los humanos nos relacionamos con estas máquinas (el ratón, el teclado o la pantalla) se transformarán, dando paso a otros mucho más intuitivos, como los sistemas de reconocimiento de voz o las superficies sensibles, que nos permitirán manipular los iconos y funciones directamente en la pantalla, con la punta de los dedos.
El escenario que se perfila presenta un panorama marcado por interfaces dinámicos, hiperconectividad, mayor tecno-dependencia (con el consiguiente peligro de profundización en la brecha digital), por el fin de lo efímero y por la eclosión de la creatividad a partir de las posibilidades abiertas por ordenadores cada día más sofisticados.
Al parecer, cada día seremos más virtuales, más ordenador, hasta puede que incluso no sepamos distinguir qué parte de nosotros es real o qué otra forma parte de los engranajes misteriosos de la máquina.
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