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03 febrero 2011

Mientras no nos cierren el bar de la esquina...

Hoy ha hecho público la Cadena Ser un pulsómetro sobre la reforma de las pensiones. La encuesta ha indagado en la gente sobre lo que piensan de eso que Zapatero ha dado en llamar pomposamente la “refundación del diálogo social”. O, dicho en román paladino, el teatreo que se han montando entre gobierno, patronal y sindicatos para hacernos el atraco a mano armada de trabajar más tiempo para jubilarnos más tarde y cobrando menos. Que aquí, como ocurrió con el capitalismo, cada vez que se refunda algo, no sé cómo nos las apañamos, pero siempre acabamos pagando a escote los mismos por algo que nunca cambia el estado de las cosas.

Después de la patética foto de ayer, cuesta creer que el 63% de los consultados estén en contra de dicha reforma, añadiendo además que hay un 12% que no sabe no contesta. Es decir, sólo uno de cada cuatro españoles está a favor de dichas medidas. Con tales datos se hace todavía más incompresible la felicidad manifiesta de los retratados, a no ser que joder al prójimo a sabiendas y con alevosía proporcione un placer desconocido hasta ahora que culmina con una sonrisa perdurable ad eternum.

Lo más curioso es que una mayoría del 55% de los encuestados cree que la reforma no garantiza el futuro de las pensiones y que también son mayoría quienes piensan que el acuerdo sólo refuerza a los empresarios, lo que incrementa el escepticismo entre el aluvión de risas fotogénicas.

Estos datos no hacen sino confirmar mi tesis de ayer sobre el gran pacto de los sueños que ahora pretenden colarnos a todos a base de loas legendarias a la responsabilidad de los actores y propaganda subliminal de segunda clase. Ellos van a quedar como los salvapatrias que nos libraron de la hecatombe, y nosotros, los verdaderamente jodidos, tendremos que reservar las páginas más sublimes de la Historia para honrar a los protagonistas del gran golpe que nos acaban de asestar a todos.

También corrobora el nivel de estupidez de la población de este país. Díganme si no cómo llamamos al hecho de que, cuando cerca de tres de cada cuatro españoles rechazan las medidas adoptadas, aquí no se mueva ni un alma y nos estemos todos tan calladitos y quietecitos como si no hubiera ocurrido nada. Eso sí que explicaría por sí sólo la profusión de risas en la foto oficial.

Pero claro, mientras no nos cierren el bar de la esquina... Pues eso.

Me voy a una manifestación en apoyo a Egipto, a ver si ellos tienen más suerte y le van mejor las cosas.



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tío, para estar como en Egipto prefiero vivir en España, por muy triste que sea la foto. ¿Que podíamos vivir mejor? ¡Seguro!, pero también podíamos vivir peor, sin derecho a nada. Es cuestión de valorar el motivo de las revueltas y pensar si merecen la pena. Ellos tienen falta de libertades, nosotros una rebaja de... bienestar. Aunque haya 2,5 millones de parados, los cuales estarán mejor protegidos aquí que en Egipto. ¡Seguro!

Gregorio Verdugo dijo...

Anónimo: no se trata de estar o no como Egipto, sino de lo que nos estamos dejando arrebatar sin oponer ninguna resistencia. Y acuérdate del refrán que dice que cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar. Estamos en franco retroceso, ahora nos someten a una brutal rebaja, de tal manera que casi no queda eso que llamas bienestar. Pero ¿qué les queda para la próxima, qué es lo que nos arrebatarán en la próxima crisis?. De seguir así, llegará un día en que no les quede nada que quitarnos porque ya no tendremos nada, y acabaremos poco menos que como ellos han estado hasta ahora: pegándonos una vida entera de esfuerzos y sacrificios para apenas sobrevivir, para a lo sumo alcanzar al día siguiente. Tal vez entonces nos demos cuenta que no merece la pena.