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20 noviembre 2008

La intoxicación informativa de ABC en los incidentes de Transportes Urbanos de Sevilla

Cuando uno es estudiante de periodismo, quizás por ese empeño inusitado en hacer un caso obsesivo a quienes te enseñan –sobre todo cuando son excelentes profesores y periodistas-, se pone un énfasis especial en buscar el rigor informativo al leer una noticia.

Debe ser una especie de fiebre que a uno le da mientras estudia la carrera, porque la realidad cotidiana de buena parte de la prensa pone de manifiesto que después esa máxima sagrada se guarda para siempre en el cajón de la mesa del redactor jefe.

Esto viene a cuento por el denigrante, manipulador y hasta mentiroso trato informativo que el diario ABC de Sevilla viene haciendo del incidente ocurrido a raíz del suicidio del conductor de TUSSAM el pasado martes. Muy grande ha de ser la deuda del medio con la empresa o con alguno de sus directivos para manipular la verdad de forma tan descarada, porque de lo contrario ese comportamiento periodístico resulta, cuanto menos, difícil de entender.

Y para demostrarlo, nada mejor que ejemplos prácticos y contrastados sobre la vileza de algunos de los textos publicados en dicho diario.

Comenzaremos con el titular del editorial de ayer:

Inadmisible secuestro de Sevilla”.

Todo un compendio de sensacionalismo amarillento en cuatro palabras que ya indica a las claras la línea a seguir por sus fieles y obedientes periodistas y la intención última del medio.

Pero del texto completo quiero destacar aquí estos dos párrafos:

“La causa esgrimida era la muerte, al parecer por suicidio, de uno de sus compañeros expedientados por la empresa tras los graves incidentes ocurridos durante la huelga de mayo del año pasado, en la que una minoría de trabajadores de Tussam destrozó varios vehículos, lo que costó al erario municipal una importante cantidad de recursos públicos”.

“Recurrir a la utilización de la muerte de un compañero -sobre cuyo origen, si es que alguna vez se sabe, tendrá que pronunciarse la Justicia- para justificar una medida salvaje como la de ayer es inadmisible, amén de inhumano para la propia familia del fallecido; máxime cuando, en el fondo, lo que con ella se pretende no es otra cosa que mantener el pulso que sigue abierto entre los trabajadores y la empresa”.

La negrilla es mía. Es obvio que para ABC, la minoría de los trabajadores de TUSSAM “destrozó varios vehículos”, la justicia ha desestimado el caso en cuatro ocasiones ya, pero eso poco importa. Porque la justicia son ellos.

En caso de las posibles responsabilidades en las que la dirección de la empresa supuestamente hubiera podido incurrir, ahí sí. Ahí sí que no se puede condenar a nadie hasta la justicia se pronuncie. Como debe ser.

Cuando continuamos navegando (o leyendo) las páginas interiores del periódico no paramos de sorprendernos de lo bien que se tienen aprendida la lección los periodistas que tratan el asunto y de lo inculcada que tienen en el cerebro la inflexibilidad de la línea editorial. Lo que dice el jefe no sólo va a misa –nunca mejor dicho-, sino que si él dice dos, yo tengo potestad para decir cuatro, o seis.

Así, un tal M.D. Alvarado, en el artículo titulado “TUSSAM, el conflicto interminable” hace un acrobático ejercicio de manipulación informativa, gentilmente decorado por las habilidades malignas del maquetador.

La palabra “rompelunas” –condenatoria e incriminatoria donde las haya- aparece dos veces; una en el lead de la noticia y otra en el titular del ladillo con las fotografías.

Ya en el texto del ladillo con las fotografías se puede leer “los destrozos de los sindicalistas afectaron a 80 autobuses”, algo que ni la policía ni la justicia ha podido hasta ahora demostrar y que cada vez parece menos creíble que pueda hacerlo.

Y continúa más abajo “que tendría graves consecuencias para ocho de los trabajadores identificados por la policía”.
¿En qué quedamos, Alvarado, eran sindicalistas o simples trabajadores? Lo uno
engloba a lo otro, pero lo otro no necesariamente a lo uno. ¿Me entiendes criatura? Además, el caso se ha sobreseído hasta en cuatro ocasiones precisamente porque la policía no ha podido identificar a ninguno de los ochos y además no ha aportado ninguna prueba incriminatoria. Ahora ya sólo se podrían identificar a siete, desgraciadamente.

Y, por último, el consabido rédito político. “Este paro se suspendió pese a decidir el Ayuntamiento que no cedería a las presiones sindicales”. Mentira donde las haya. Ese paro se suspendió porque se inició una negociación con un mediador como arbitraje y hasta tal punto no cedió el Alcalde a las presiones sindicales que todavía dura el conflicto. Y si no de qué estáis hablando en el periódico.

A lo largo del texto del artículo también campan a sus anchas las lindezas periodísticas. Que destaco con imágenes para no extenderme demasiado.

Como él mismo escribe más abajo, “en el proceso judicial no habían sido declarados culpables”. Entonces ¿cómo se te ocurre a ti condenarlos por tu cuenta como has hecho más arriba y en los titulares?
Y la guinda, el colmo de los colmos es el tema de “las sanciones decretadas por la empresa”. No hay sanciones Alvarado, que no te enteras, los expedientes están abiertos, como tú bien dices, y la sanción es la finalización y cierre de los expedientes. Los trabajadores afectados, salvo uno que negoció voluntariamente con la empresa, están trabajando y no han sido sancionados todavía. Y hasta tal punto es así, que vosotros mismos habéis escrito que José Luis, el conductor fallecido, había tenido hace unos días un incidente de enajenación mental con el vehículo con el que prestaba servicio. En la línea 5, para más inri, y se lo llevó sin saber cómo y sin público a bordo a la localidad de Las Pajanosas, que no sé si sabes que se encuentra a 24 kilómetros fuera del término municipal de Sevilla.


Hasta tú mismo reconoces más adelante que existió el arbitraje, es decir el intento de solución pacífica de un conflicto entre partes, y que no se consiguió nada. ¿Dónde está la cesión del Alcalde entonces? ¿Querer resolver por la vía pacífica un conflicto, eso es ceder? ¿Pero no dices que no se consiguió nada y que las posiciones siguieron enfrentadas? A ver si te aclaras, Alvarado.


Lamentable la desinformación de un periodista cuya principal misión es el conocimiento exacto de los hechos y más lamentable aún la clara manipulación informativa persiguiendo el execrable objetivo de criminalizar a una plantilla de trabajadores que, con aciertos y errores, lo único que hizo, probado y demostrado, fue ejercer un derecho que ampara la Constitución Española.

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