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09 octubre 2008

El periodismo temeroso


Estamos en vísperas de un proceso que va a desembocar en el ocaso del periodismo” ha dicho José Luis Martínez Albertos, catedrático emérito de la Universidad Complutense de Madrid y miembro de la Comisión de Quejas y Deontología de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE).

El catedrático está convencido que “El periodismo impreso tiene los días contados” y que indefectiblemente “irá al baúl de los recuerdos”.

Tan contundentes afirmaciones han sido pronunciadas en la inauguración de las jornadas “El ocaso del periodismo tradicional”, organizadas por el Instituto de Estudios Almerienses (IEA).

Martínez Albertos piensa que nos encontramos en un “período de transición, de cambio” en el que “las nuevas técnicas sustituirán al periodismo tradicional, aunque es muy posible que se siga llamando periodismo, pero sólo tendrá en común la palabra, que siempre será palanca de desarrollo del nuevo periodismo o como se le denomine”.

El catedrático arremete contra Internet, y en especial contra el llamado periodismo ciudadano, acusándoles de olvidar por completo las normas del código ético del periodismo tradicional, según las cuales “información y opinión han de ir desvinculados” y de promover que “el rumor se convierta en noticia”.

Es curioso, pero cada vez que se habla del incierto futuro de los medios tradicionales y de la posibilidad de su próxima muerte por causas “naturales” detecto, sobre todo en algunos profesionales del sector, una especie de crisis de ansiedad provocada por un ataque de miedo que no alcanzo a comprender.

A partir de ahí, lo siguiente es culpar a los blogs, al periodismo ciudadano o a Internet en general, de ser los causantes de la debacle del periodismo. Es decir, es la propia democracia, su misma esencia, la que se encarga de fagocitar a sus máximos valedores.

El tema ha cobrado especial actualidad a raíz de la falsa noticia sobre la muerte de Steve Jobs que recogió en su web la CNN y que luego se demostró que no era cierta. Este caso ha puesto sobre la palestra el debate sobre los riesgos del llamado periodismo ciudadano o democrático.

Y claro, cómo no, se vuelve a culpar a los blogs y publicaciones independientes en la red de “presionar cada vez más a los medios de comunicación tradicionales, que recurren a la participación ciudadana para mantener su audiencia”.

Vuelven a ser los profesionales de los medios, los periodistas, quienes se sitúan a la cabeza de la armada invencible contra los blogs y la participación. Y vuelven a errar el tiro de nuevo y a caer en la equivocación que vienen arrastrando desde que se inventó esta profesión. De nuevo pretenden desoír a las audiencias, pretenden volver al lector como mero receptor de información, porque en sus cortas mentes es el único camino que encuentran viable para mantener al precio que sea el inmenso poder que durante siglos han ejercido sin ningún tipo de control. Es el apego a la influencia, del que cuesta un horror desprenderse.

El error que ha podido cometer el lector que introdujo el comentario con la falsa noticia en la web de la CNN es el mismo que viene cometiendo infinidad de periodistas profesionales a diario en diferentes medios sin que nadie se tire de los pelos por ello. Y si no que echen un vistazo a los programas y secciones de información basura que inundan los medios para corroborarlo. Ese error no es otro que no contrastar la información, práctica indispensable para ejercer la profesión con un grado aceptable de ética periodística.

Pero es que se supone que quien sube la noticia a la web de la cadena es un periodista profesional, y la sube sin contrastar. Y de ahí los resultados.

Si los periodistas ven en los blogs y en el periodismo ciudadano tan sólo a dos acérrimos enemigos, entonces voy a tener que ir cambiando de opinión. Porque para mí son dos aspectos complementarios de la información que se basa en la colaboración mutua interactiva. Los periodistas tienen ahora la posibilidad de hacer realidad el sueño arrastrado desde los albures de la profesión, el convertirse en verdaderos valedores de la democracia en colaboración con directa con los ciudadanos y utilizando las nuevas tecnologías de la información. Pero han de convencerse que para ello es más que necesario, yo diría que imprescindible, dejar atrás viejos y rancios intereses y olvidarse por completo de los miedos.

Vía | Netoratón

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