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25 septiembre 2008

Another brick in the wall


Expone acertadamente Carlos Neri, editor de Mohebius, en un artículo titulado “Facebook como la muerte de la palabra” esa especie de nueva moda comunicativa que triunfa en la red social, consistente en enviar la pléyade de recursos que fabrican los desarrolladores sin decir nada y que la ha convertido, según él, en “el reino de la palabra sustituida”.

Carlos, apelando a la Teoría de la Comunicación, denomina a este fenómeno “conversaciones de mantenimiento del vínculo”, aunque, a mi modo de entender, este aspecto de la conversación virtual responde más a una vieja función del lenguaje, denominada fática, que responde a la necesidad de comprobar que el canal de comunicación sigue abierto.

Cuando de estudiante me tenían que explicar la utilidad de dicha función, un viejo profesor de lengua al que jamás olvidaré me ponía siempre el mismo ejemplo.

-Es como cuando vas con algún desconocido en un ascensor y le sueltas de buenas a primeras “Uf, menudo tiempo tenemos hoy”.- me decía.

Carlos aboga por recuperar y reivindicar el uso de la palabra en las redes sociales y prescindir de los iconos, ya que, de no hacerlo, dicha práctica ira matando lentamente las redes sociales como herramienta y “cada palabra en los muros será otro ladrillo más en la pared”. O, lo que es lo mismo, aquello que cantaba Pink FloydAnother brick in the wall”.

No sé si el creciente uso de las aplicaciones desarrolladas por los proveedores significará la muerte de Facebook o no. Pero lo que sí tengo claro es que este uso es un claro exponente del perfil del internauta adicto a las redes sociales, siempre deseoso de expresarse, compartir y generar comunidades de intereses.

Estas aplicaciones mejoran la funcionalidad, eso es obvio, y esto las hace aún mucho más atractivas de cara al usuario. Se trata de mantener una actividad continua, aunque a veces se roce la intrascendencia. Nos sentimos atraídos por el poder hipnótico de lo breve y fragmentado.


En el reino de la información fragmentada, la rapidez de distribución y la concisión son los reyes absolutos. Algo parecido sucede con el lenguaje en los mensajes de los móviles.

En la red social, por el momento, el contenido no es lo que prima, sino la capacidad para establecer conexiones y relaciones de valor. El minimalismo del concepto extraído de la imagen se impone a la palabra y al alma metafórica que encierra.

Es la dictadura implacable de la economía de la distribución, frente a la creación y generación de contenidos. Algo que puede no gustar, pero que en el mundo de hoy día es una realidad incuestionable.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

bueno supongo que todo lenguaje, como herramienta que es, tiene su función y está claro que el único fin de cualquier tipo de lenguaje es el de comunicarnos entre nosotros.

Desde las primeras emisiones de sonidos homínidos hasta nuestros ahoras el lenguaje ha ido evolucionando y adaptándose a las necesidades de comunicación de cada época, así que si utilizamos ciertas herramientas de comunicación será porque sirven en estos momentos, nada que objetar.

besos

Gregorio Verdugo dijo...

La utilidad es clara, lo que no parece tan claro son las consecuencias que puede tener para la lengua.