Las tres mil es un barrio de Sevilla, también llamado Polígono Sur, popular no precisamente por sus atractivos turísticos.
En sus calles, especialmente en el núcleo chabolista conocido como “Las Vegas”, no reside la monumentalidad de la Sevilla idílica que cantaron los poetas, sino el chabolismo atávico, los armazones de coches robados y calcinados, los edificios deteriorados y la basura y escombros por doquier.
Las ratas corren a sus anchas por las calles de las tres mil, para que Pata Negra les pueda dedicar canciones, como si de héroes de barrio se tratase.
La normalidad de funcionamiento que gozan otros barrios de la ciudad no existe en las tres mil. Allí, en determinadas zonas, operarios públicos y privados de diferentes empresas y servicios se niegan a entrar si no es con presencia policial, incluidos autobuses y taxis.
El barrio de las tres mil ha sobrevivido en el olvido de las administraciones públicas durante décadas y se ha acabado convirtiendo en un ghetto que vive al margen de
“Nosotros también somos Sevilla” es la Plataforma que agrupa a unas treinta entidades vecinales del barrio que ya, sólo en su enunciado, indica a las claras la situación de marginalidad y exclusión del mismo y el sentir de miles de sus vecinos.
Ahora se van a invertir 17,62 millones de euros procedentes de los fondos europeos en la regeneración económica y social del Polígono Sur mediante el denominado Plan Urban. El plan integral será gestionado por la Gerencia de Urbanismo del Ayuntamiento de Sevilla, que lo ha elaborado conjuntamente con el Comisionado para el Polígono Sur.
El Plan abarca la conversión del barrio en una zona Wifi libre, la creación de un portal del Polígono Sur autogestionado, la dotación de equipos informáticos, la regeneración de zonas públicas, infraestructuras básicas y mobiliario urbano, la recogida selectiva de basuras mediante contenedores soterrados, la dotación de las infraestructuras necesarias en doce centros educativos, la reurbanización de calles, la creación del carril bici, la construcción de naves, el apoyo al comerciante dedicado a la venta ambulante, la construcción del Café Cultural, la promoción turístico-cultural, un centro de atención a personas mayores, acciones formativas, programas de formación, programa de investigación sobre el flamenco, apoyo en la escuela, formación en nuevas tecnologías de la información y comunicación (TIC) y campañas informativas.
Un plan pensado para la inclusión de personas pertenecientes a grupos con especiales necesidades como mujeres, gitanos y personas con discapacidad. Todo un alarde de modernización a través de tecnología punta que abordará parte de los problemas urbanos de un barrio marginal, pero que plantea serías dudas sobre su eficacia a la hora de enfrentar los graves problemas humanos que padece. Una tecnología incapaz quizá de atajar los graves problemas de pobreza y marginación que viven sus familias y las lacras ancestrales que las rodean, como rupturas, adiciones, mafias, etc.
Por eso los miembros de la Plataforma, a pesar del gigantesco esfuerzo innovador, se plantean movilizaciones. Porque ellos exigen una respuesta de atención a las familias y poner fin a la marginación que desde siempre vive el barrio y que se manifiesta en el hecho de que la Sevilla del futuro no pase por las puertas de sus casas. Hasta tal punto es así que no existe ni una sola parada del futuro Metro de la ciudad que esté ubicada en el Polígono Sur, tampoco de Cercanías.
En resumidas cuentas, mucha modernidad para seguir fallando en lo más básico, el aspecto humano. Seguimos mirando a la tecnología como salvadora del mundo, pero de nada servirá si antes no nos preocupamos de salvar al ser humano de sí mismo.
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