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02 junio 2008

Fin de semana analógico en Chipiona

Fin de semana (todo un puente aquí en Sevilla) analógico en Chipiona (Cádiz).
Totalmente off line de manera voluntaria, alejado de teclados y de bites, he disfrutado del mar y de la vida casi rural y ajena a Internet de este pueblo costero y marinero, cuna de Rocío Jurado.
Acceso de madera a la Playa del Camaleón, así llamada porque existe una zona protegida paralela a la costa donde viven estos animales en peligro de extinción. Es muy asiduo verlos marineando las cañas y ramas con su lentitud de siglos, mientras te diriges a la playa a tomar tu baño de sol y arena.
El faro de Chipiona dicen que es el más grande de Europa. Desde luego es un emblema insustituible para el viajero, porque su visión en la lejanía anuncia el término del viaje. Desde arriba se contemplan unas vistas espectaculares, alcanzando la desembocadura del Guadalquivir en Sanlúcar de Barrameda y el Coto de Doñana.
En una zona céntrica del coqueto pueblo marinero, está esta calita, mi preferida. Se encuentra totalmente integrada en el paisaje urbano y muy cerca de la zona de las bodegas , donde la gente acude a probar el moscatel inigualable que produce esta tierra y los caldos de las de los alrededores.
La bodeguita "El Castillito" es una institución en Chipiona. Allí te explican mejor que en ningún otro sitio cómo la misma cepa que en Sanlúcar de Barrameda produce manzanilla, en Chipiona y Jerez produce fino. Un misterio muy bien estudiado de los microclimas de cada entorno.
La zona de los corrales, un modelo de explotación pesquera sostenible que lleva siglos preservando la salubridad de las playas y ayudando a la economía de las gentes de esta localidad gaditana. Es todo un espectáculo observar cada mañana, con la marea baja, a los catadores recorriendo los corrales para recolectar la pesca que espera a que suba la marea para poder volver a alta mar.
Muchas de las calles de este pueblo blanco y coqueto son todo un espectáculo de color. Esta se encuentra frente al cementerio municipal.
La costa de Cádiz tiene parajes inigualables que se te quedan grabados a fuego en la hemeroteca de la memoria. Este es uno de ellos. Me encanta el salvajismo indomable de esta playa.
Y, como colofón a un puente espectacular. La romería. Nos cruzamos con ella el último día, cuando ya pensábamos en iniciar el camino de regreso. Pero la sencillez de la gente y su amabilidad nos hizo desistir de la idea. Nos quedamos. No llevábamos ni comida ni bebida preparada, pero tampoco hizo falta. Los romeros se encargaron de que no nos faltara de nada. Y a fe que nos divertimos, hasta tal punto que tuvimos que regresar bien entrada la noche. Nadie se quiso perder el espectáculo.

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