Al Alcalde de Sevilla —en funciones—, Juan Ignacio Zoido, el resultado electoral le ha sentado bien. La colleja electoral del 24M parece haber espabilado a una derecha que ahora hace de aquello de “he comprendido el mensaje de las urnas” su mantra particular.
Zoido se ha puesto las pilas y, en su condición de cabeza de la lista más votada, pretende “ejercer su derecho a gobernar”, por lo que está dispuesto a ofrecer a las demás fuerzas políticas “un mandato en el que sólo se ejecuten las medidas en que sus programas coinciden”. Algo extraño, pues en la práctica sería lo más parecido a algo de lo que ha abdicado y despotricado en público durante los últimos cuatro años: paralizar Sevilla.
El alcalde visionario —en funciones— ha descubierto puntos coincidentes en los programas de los tres partidos (Ciudadanos, Participa Sevilla e IU) y está dispuesto a aceptar “incluso algunas iniciativas populistas que no traicionan sus principios”. Pedazo de oxímoron el que se ha marcado. El adalid del antipopulismo por antonomasia dispuesto a aplicar medidas que detesta con tal de mantener el poder. A esto se le llama cubrirse de gloria.
Llama la atención que en el amplio abanico de las coincidencias no figure el PSOE encabezado por Juan Espadas o que no haya propuesto, al más puro estilo Aguirre, un frente anti Podemos que salve a la Sevilla eterna de la inminente llegada de los bárbaros. Pero todo se andará.
A través se su portavocía oficial ha adelantado que la primera cita la tendrá con Javier Millán, líder de Ciudadanos. La intención de Zoido es presentarle un “manual de acciones drásticas” que orbitan sobre tres ejes: una batería de medidas rotundas contra la corrupción, transparencia en la gestión y austeridad. Para reforzar su galanteo con la fuerza naranja, el alcalde afirma que su formación política, es decir el Partido Popular, “armoniza con tales medidas”. Toda una declaración de amor.
Zoido está dispuesto a poner sobre la mesa la tasa cero en desahucios, la eliminación de asesores externos y la supresión de los coches oficiales. Esto conllevaría ispo facto que “el alcalde tendrá que comprometerse a ir a los sitios en su coche o moto, en autobús o en bicicleta”. Enternecedor. Se adivina un espectáculo memorable contemplar a Juan Ignacio atravesando la Avenida de la Constitución a lomos de una bicicleta, a lo Torrijos.
El órgano oficial de los populares en Sevilla aclara que sólo se trata algunas de las “muchas propuestas que llevará el candidato del PP a la mesa de negociación con el resto de los partidos”. Menos mal. De las medidas que va a proponer a Participa Sevilla e Izquierda Unida no ha trascendido nada todavía. Y en lo referente a Espadas, no se presentó a las elecciones. Una manera de entender el consenso un tanto particular.
Lo que no aclara Zoido es por qué no ha aplicado esas medidas salvadoras durante los cuatro años en los que ha ejercido el poder sin necesidad de recabar apoyo alguno gracias a su mayoría absolutísima. No necesitaba el consenso de nadie para aprobar la desaparición de los vehículos oficiales e ir caminado cada día al Consistorio. Tampoco para suprimir los asesores externos, altos cargos y puestos de confianza, algo que ya incumplió durante sus primeros dos años de mandato incrementando el gasto por dicho concepto en más de un 36%.
Eso sí, en caso de no alcanzar acuerdos en sus conversaciones con las demás fuerzas políticas es más que necesario intentar asustar a la peña con el mensaje de que viene el coco, que por algo a Juan Ignacio Zoido siempre le queda esa fiel infantería que, por saber morir, sabe vencer. Igual hasta cuela.
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