Desde que a finales de abril del 93, Paco Umbral soltara su ya mítica frase “yo he venido aquí a hablar de mi libro” en el programa de Antena 3 “Queremos saber” que conducía Mercedes Milá, la coletilla se aplica de manera sistémica cada vez que se aborda el eterno debate de la unidad de la izquierda.
La percepción que queda cuando las diferentes formaciones políticas que la integran se han embarcado en la ardua tarea de tratar de encontrar puntos comunes —lo que ahora se conoce como confluencia— ha sido precisamente ésa: aquí cada uno viene a hablar de su libro. Este comportamiento es tan recurrente en el tiempo que incluso se da por hecho que tal imposibilidad para alcanzar el anhelado logro de la unidad de acción ya forma parte de su ADN.
En Sevilla, a pesar del color especial, no iba a ser diferente. El resultado de los comicios andaluces celebrados el pasado domingo puso de manifiesto el auge que han tomado los partidos emergentes —Podemos y Ciutadans— y la debacle de Izquierda Unida, la formación que tradicionalmente estaba llamada a liderar las aspiraciones de las fuerzas a la siniestra del PSOE.
Además ha dejado clara otra cosa: el bipartidismo todavía está lejos de precipitarse por el abismo, a pesar de un notable descenso en número de votos y que el anterior triunfador, el Partido Popular, tiene un futuro bastante incierto mientras continúe mostrando su fiel sumisión a Madrid, Pepe Fernández dixit. Un paisaje bastante esperanzador para quienes sueñan con que algún día cambie el color del mapa político de la ciudad.
Cuentan hoy los medios que la federación de izquierdas ha encargado un estudio a una consultora de cara a intentar salvar en las citas con las urnas que se avecinan las catástrofes que predicen las encuestas y que ya se han materializado en los comicios andaluces. Una de las muchas conclusiones que de él han extraído es que entre quienes votan izquierda prima el consenso de que éste es un “momento de cambio” en el que se rechaza el funcionamiento general de la política. Todo un aviso a navegantes.
Sin embargo la izquierda sevillana parece estar lejos todavía de percatarse de dicha situación. Tan sólo cuatro días después de las elecciones autonómicas y a menos de dos meses de las municipales, el rojerío hispalense está más dividido que antes si cabe, algo que se antojaba bastante difícil a priori.
Izquierda Unida declaró oficialmente “cerrado” el debate sobre la debacle del 22M en una reunión de su comisión ejecutiva celebrada ayer en Antequera. Maillo achacó los pésimos números obtenidos a que “la clave estatal se ha impuesto al debate estrictamente andaluz” y poco más. Ninguna alusión autocrítica a las consecuencias de un pacto de gobierno de cuestionables resultados y al hecho de no haber logrado mejorar sus resultados anteriores en ninguna de las 29 grandes ciudades de Andalucía.
De cara a las próximas municipales la apuesta de IU es la plataforma Ganemos Sevilla. En un principio se trataba de crear un espacio de confluencia para conformar una candidatura de unidad ciudadana que tuviese serias posibilidades de hacerse con la alcaldía de la ciudad. Todo se malogró cuando se votó la fórmula jurídica mediante la que se concurriría y ganó la opción preferida por la federación de izquierdas: la coalición de partidos.
Podemos, que hasta entonces había participado en las reuniones para tratar de alcanzar un acuerdo, se decantaba por la agrupación de electores y se desvinculó de forma inmediata. El divorcio estaba servido y la formación morada puso en marcha la iniciativa “Sevilla sí puede” para concurrir a los comicios de mayo próximo. Como en los matrimonios añejos, todo se reduce a una cuestión de letras.
Dos días después de conocerse el resultado de las elecciones —y tal vez debido a que las aspiraciones de todos se vieron frustradas— saltaba la noticia de que Ganemos se planteaba abrir una mesa de diálogo con Sevilla sí puede si su asamblea aprueba en unas votaciones que se están desarrollando durante el día de hoy la propuesta de esta última de concurrir juntos a las municipales bajo la fórmula jurídica de partido instrumental. De nuevo parecía que se abría un hueco a la esperanza.
Sin embargo, una nueva polémica ha zancadilleado a última hora el tortuoso proceso. Alternativa Republicana, una de las formaciones políticas integradas en Ganemos, anunció que se desvinculaba y acusaba a Equo y Podemos de “desvirtuar el proceso ciudadano de carácter municipalista”, según ha manifestado su portavoz Juan Carlos Lebrón. Algo que el partido ecologista se ha apresurado en desmentir de forma rotunda hoy mismo. Otra vez las amenazas de tormenta encapotan el cielo.
Mientras los acuciantes problemas de cientos de miles de ciudadanos continúan ahí afuera a la espera de que alguien les dé solución, aquí el problema más importante radica en las siglas y su aparición o no en las papeletas de votación. Algo que, sin duda, tendrá su trascendencia, pero que a muchos les sonará como la famosa coletilla que popularizó Umbral. Oiga, que yo he venido aquí a hablar de mi libro.
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