La organización ecologista Greenpeace llama la atención sobre el hecho de que durante toda esta semana, “un pequeño comité se reúne en un modesto centro de convenciones en la ciudad de Bonn para decidir una cuestión de trascendencia global”. El grupo, denominado Comité de la Industria en alta mar (OIC), que actúa dentro del convenio de OSPAR, tiene que tratar la cuestión clave de si regular o no la explotación petrolífera en las aguas del Ártico, algo que “puede tener consecuencias importantes para el futuro y la conservación de dicho entorno”.
La organización ecologista explica que OSPAR es un convenio establecido para proteger el medio ambiente marino del Atlántico nordeste, del que forman parte 15 estados y la Unión Europea, y cuyos acuerdos legalmente vinculantes han contribuido a proteger ya una enorme zona de mar abierto que se extiende a lo largo de miles de millas desde las Azores hasta el extremo norte de Groenlandia.
Debido a que cerca de un 40% de la zona de influencia de OSPAR está en el Ártico, la Comisión tiene una oportunidad privilegiada de salvaguardar este área única de la amenaza inminente de las prospecciones petrolíferas. De hecho, afirman, una de las responsabilidades de la Convención OSPAR es trabajar "para prevenir la contaminación y tomar las medidas necesarias para proteger el área marítima de los efectos adversos de la actividad humana".
Los ecologistas se quejan de “los riesgos de perforar en busca de petróleo en aguas que suelen helarse”, ya que “no hay forma de limpiar un vertido sobre el hielo”. “Los métodos tradicionales no funcionan, la eficacia de los dispersantes químicos disminuye y sólo podemos intuir los impactos a largo plazo sobre el ecosistema ártico. Por si fuese poco, hay que añadir los problemas de las distancias, los meses de oscuridad, las intensas tormentas y el frío polar”, advierten.
El OIC ya se enfrentó en 2014 al debate de si la región ártica de OSPAR necesitaba protección adicional. Sin embargo, en opinión de la organización ecologista “una minoría de países dentro de la Comisión sigue mostrándose muy cercana a los intereses de la industria petrolera”, contraria a que se legisle para proteger las aguas árticas, frente al espíritu global de los estados que integran OSPAR, que tienen claro su papel de protección del medio marino. Por ello consideran necesario que este espíritu que ha guiado a OSPAR continúe inalterable, ya que el Ártico “no puede esperar a que se tomen decisiones políticas en base a lo que quiere la industria”.
Greenpeace afirma haber trabajado “de manera constructiva y durante muchos años” junto a los integrantes de OSPAR para trasladarles las preocupaciones de la sociedad civil respecto al medio ambiente del Ártico y del Atlántico Norte. Y considera que El OIC tiene ahora la oportunidad de “estar a la altura de la merecida reputación de OSPAR y reconocer la sensibilidad específica de las aguas del Ártico y de protegerlas”.
Según los datos que manejan, en los últimos 30 años se han perdido tres cuartas partes de la capa de hielo flotante de la cima de la Tierra. "El hielo, que durante más de 800.000 años ha sido una característica permanente del océano Ártico, se derrite por el uso desmesurado de energías fósiles sucias y, en un futuro cercano, podría desaparecer por primera vez desde que los humanos pisamos la Tierra", sostienen.
Consideran que este hecho sería devastador tanto para los pueblos como para los osos polares, narvales, morsas y los demás moradores del Ártico, así como para el resto de la Humanidad, ya que el hielo "refleja gran cantidad de calor solar hacia el espacio y mantiene así fresco al planeta y estabiliza los sistemas meteorológicos de los que dependemos para cultivar nuestros alimentos".
Fotografía: © Greenpeace / Nick Cobbing.
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