La
de ayer fue una concentración rara. Con euforia y entusiasmo desbordantes y
muchos asistentes, miles. Pero extraña. A pesar de que su convocatoria se
difundió a través de las redes sociales, ya a las ocho de la tarde, a priori media
hora antes de la acordada, el espacio existente entre la fachada del
Ayuntamiento de Sevilla y los quioscos metálicos de la feria del libro estaba a
rebosar. Cientos de banderas tricolores ondeaban en el aire cansino del
atardecer.
Poco
a poco fueron llegando más. A las puertas del Consistorio se celebraba un acto
convocado por Ágora
Feminista de Sevilla contra la violencia de género. Les costó un trabajo
enorme hacerse oír ante el insistente griterío de los convocados. A la hora
convenida dio comienzo la concentración y los dirigentes de Izquierda Unida se colocaron bajo
los arcos de la fachada principal y desplegaron una pancarta que decía “Sevilla
por la República”.
Dos
grandes banderas republicanas fueron zarandeadas por la gente mientras se
coreaban diferentes consignas. Se veían estandartes de otras formaciones
políticas; Podemos, Equo, Izquierda Anticapitalista,
Corriente Roja, Partido Comunista de los Pueblos de
España, y de algún sindicato como el SAT.
También militantes del PSOE que manifestó
haber acudido a título individual. Una multitud variada y de un amplio espectro
social.
En
un momento dado de la concentración la gente decidió pasear las banderas en
procesión y rodearon la Plaza Nueva coreando eslóganes. Fue entonces cuando
alguien gritó “vamos a las setas”. Y la cabecera tomó rumbo a Tetuán. Fue algo
improvisado, hasta tal punto que los congregados se desplazaron hasta la Plaza
de la Encarnación formando varios grupos que recorrieron cantando las calles
peatonales del centro de la ciudad. De por medio, los patrulleros de la Policía
Local intentaban controlar el desbarajuste, encajonados entre los distintos
grupos.
Una
vez en las setas la gente se colocó en las escalinatas que hicieron famosas las
asambleas del 15M allá por 2011.
Poco a poco se fueron incorporando los grupos que se habían quedado rezagados y
la Plaza se llenó. Volvieron los cánticos coreados a voz en grito. Por un
momento pareció que la plaza se había retrotraído a la primavera de tres años
atrás. Pero faltaba algo.
Al
igual que durante varios momentos del trayecto desde Plaza Nueva hasta allí, se
cantó el himno de Andalucía impulsado por los militantes del SAT. Luego los de
IU entonaron la Internacional. Pero seguía faltando algo. No proliferaron
discursos ni arengas por parte de ningún dirigente político. Nadie parecía querer
dirigirse a aquella multitud, que se empecinaba en permanecer allí y se
resistía a marcharse.
Hasta
que, cuando ya parecía que se daba por concluida la convocatoria, apareció un
micrófono conectado a un enorme altavoz. Tomó la palabra Federico Noriega, integrante
de las Asambleas Ciudadanas
Constituyentes de Sevilla, para decir que no bastaba con un referéndum para
elegir Monarquía o República, sino que es necesaria una nueva constitución que
garantice una democracia de verdad.
A
continuación ofreció el micrófono a los presentes. La gente se decidió a
hablar. Miembros del 15M, del círculo de Podemos de Sevilla, activistas de todo
tipo y condición y varios asistentes se lo acercaron a la boca para expresar lo
que sentían y también sus deseos, mientras los oyentes aplaudían al termino de
cada una de las intervenciones.
Las
formaciones políticas al uso ya habían plegado sus banderas, enrollado sus
pancartas y abandonado el lugar. Pero ellos continuaron allí, expectantes, y la
plaza volvió a ser lo que aquel mediados de mayo de la lejana primavera de hace
tres años: un ágora de encuentro y debate de los ciudadanos. Todavía eran bastantes
más de mil.
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