El
levantamiento del secreto de una parte del sumario del Caso Madeja parece
evidenciar a las claras un presunto caso de financiación ilegal de un partido,
en este caso el PSOE, aderezado con una buena dosis de afán de lucro personal
de algunos desalmados a costa del erario público.
Las
confesiones ante la juez Alaya del dueño de Fitonovo, Rafael González Palomo, y del apoderado de su filial Fiverde, Ángel Manuel Macedo Gajete, han
arrojado bastante luz sobre la forma de proceder de esta red societaria. El
pago de unas obras de reforma en la sede del PSOE de la Macarena y otra en el
domicilio particular de un alto cargo, regalos de coches y teléfonos móviles, y
entregas indiscriminadas de mordidas a políticos y funcionarios con el fin de
obtener contratos públicos son algunas muestras de ello que han trascendido de
la instrucción efectuada por la juez.
Sin
embargo, todo esto es sólo la punta de un iceberg, cuya parte sumergida es
bastante mayor que la que flota en la superficie. Sobre todo por una cuestión
de matemática pura. Tan sólo en la última legislatura de Monteseirín al frente
del Ayuntamiento de Sevilla, la red societaria de Fitonovo recibió contratos
por valor de casi 16 millones de euros.
Y a día de hoy todavía se desconoce a cuánto ascienden los adjudicados en sus
dos primeros mandatos, pero si se tiene en cuenta que los hechos aludidos
anteriormente arrancan en 2005, no es descabellado suponer que la cantidad se
puede disparar hasta el asombro.
Además,
durante la etapa de Juan Ignacio Zoido al frente del Consistorio, la misma red
ha sido beneficiaria de más de 32
millones de euros en contratos que aún permanecen bajo el secreto de
sumario. En especial el macrocontrato para el mantenimiento de las zonas verdes
y arbolado de la ciudad por 48 millones, del que dicha red controla tres de los
seis lotes.
De
lo que ha trascendido del sumario hasta ahora podría deducirse que el foco de
la corruptela está ubicado en el Servicio de Parques y Jardines del
Ayuntamiento sevillano. Pero el rastro de las contrataciones efectuadas en
ambos períodos pone al menos en cuarentena dicha conclusión.
Como
reconoció el Delegado de Urbanismo, Maximiliano Vílchez, los funcionarios
imputados en el caso fueron detenidos en su día por su intervención en las
valoraciones para las adjudicaciones del macrocontrato de mantenimiento de las zonas
verdes y el arbolado de la ciudad. Y ello a pesar de que, según sus palabras, “el
pliego se hizo precisamente con objeto de que intervinieran un mayor
número de técnicos con objeto de difuminar posibles acuerdos previos que
pudieran llevar a una licitación inapropiada”. Sin embargo, Parques y Jardines
no fue en ninguno de ambos períodos el único licitador que adjudicó contratos a
la red societaria de Fitonovo.
Durante
la última legislatura de Monteseirín las adjudicaciones de dicha delegación
municipal a la empresa de González Palomo ascendieron a 3,3 millones. Fue
Contratación de Obras y Servicios quien adjudicó la mayoría de los contratos
por un montante de 11,7 millones, al tratarse de actuaciones con cargo al Fondo
Estatal de Inversión Local y al Fondo Estatal para el Empleo y la
Sostenibilidad Local. El resto lo hicieron diferentes distritos por 700.000
euros y la delegación de Medio Ambiente por 53.000.
Durante
el período que Zoido lleva al frente de la alcaldía de la ciudad sí ha sido el
Servicio de Parques y Jardines el que ha efectuado la mayoría de las
adjudicaciones que alcanzan un monto total de 30 millones de euros. El resto se
lo reparten Gerencia de Urbanismo (430.000), Régimen Interior (300.000),
Patronato del Real Alcázar (163.000), Medio Ambiente (150.000), los distritos
(81.000) y Contratación de Obras y Servicios (60.000).
No
es descabellado deducir por tanto que todos los informes utilizados para
valorar las ofertas de cara a las adjudicaciones de contratos no los efectuaron
los técnicos y funcionarios de Parques y Jardines en exclusiva, sino que
también se contó con la participación de otros pertenecientes a distintas dependencias
municipales que intervinieron en los diferentes procesos. Por eso es
comprensible la decisión de Alaya de pinchar los teléfonos de distintas
dependencias municipales que dieron como resultado las primeras detenciones de
funcionarios y la imputación de un alto
cargo del gobierno municipal, a pesar de que el alcalde en su día afirmó
desconocer si hay otras áreas implicadas.
No
se pretende concluir con esto que todas esas adjudicaciones se hayan efectuado
de manera fraudulenta, pero sí explicaría la dilatada instrucción del caso
—algo ya habitual en la forma de proceder de Alaya— y las reiteradas veces
—ocho hasta la fecha— que ha prolongado el secreto de sumario. Es evidente que
el trabajo que tiene por delante la jueza no sólo es arduo, además es bastante
enrevesado.
Ahora
bien, existe una pregunta a la que la instrucción del caso tendrá que dar una
respuesta clara y contundente. ¿Cambió Fitonovo su forma de proceder desde que
el hijo de González Palomo, José Antonio González Baro, se hizo cargo de la
empresa allá por mayo de 2011, tal y como declaró ante la juez?
Hay tres
cuestiones al respecto que levantan ciertas dudas: la primera el que no pusiese
en conocimiento de la justicia tales prácticas cuando las descubrió, la segunda
el que el famoso macrocontrato de 48 millones de euros se adjudicó el 1 de
agosto de 2012, cuando él ya llevaba más de un año al frente de la empresa
familiar, y la tercera que durante el mandato popular Fitonovo ha prácticamente
duplicado el montante de dinero público obtenido a través de adjudicaciones
municipales. Será la juez la encargada de desvelar las incógnitas cuando
corresponda.
Excelente análisis...
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