Es
viernes en una esquina de la calle Victoria Dominguez Cerrato, en la barriada
sevillana del Polígono Sur, bajo el manto de la noche que empieza a refrescar.
La calle está solitaria y casi sin tránsito de vehículos. Al abrigo de los
soportales de los bloques cercanos se reúne una decena de personas. Son las
once de la noche, la hora convenida. Todas van ataviadas con chalecos
reflectantes amarillos y naranjas sobre los que penden pequeñas tarjetas
identificativos y cada viernes repiten el mismo protocolo a la misma hora.
Son los integrantes de la asociación Esperanza para los Sin Techo, una iniciativa más de la sociedad civil de Sevilla cuyo propósito es ayudar a quienes más lo necesitan y viven al abrigo de las calles. Después de repartir las mercancías que van a distribuir durante la noche y las personas que componen la expedición en dos coches particulares, inician un recorrido por los barrios más cercanos en busca de los olvidados que ya esperan su llegada. Les llevan comida caliente, ropa y, sobre todo, apoyo y compañía para quienes se mueven en un mundo que está regido por los parámetros de la soledad inherente a la exclusión.
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