Mi obra literaria

12 diciembre 2013

El favor del PP al PSOE en Andalucía

Consenso según me convenga. Ésta es la postura hipócrita que ha elegido el PSOE-A para eludir el compromiso de reformar la Ley Electoral de Andalucía, suscrito en su día con IU con tal de no perder la Junta. La impostura no puede ser más descarada. Es lo que tienen los regímenes perpetuados en el tiempo, una incapacidad manifiesta para el cambio.

El secretario de Organización socialista, Juan Cornejo, lo dejó ayer bastante claro: no apoyarán una reforma “sin un consenso amplio”. Entiéndase sin el sí del Partido Popular. Ellos saben de sobras que el “acuerdo máximo” en el cambio de las reglas de juego para hacerlas más justas y representativas no tiene viabilidad alguna. Poco importa que en la calle su exigencia sea un clamor popular. Y en lo referente al acuerdo de gobierno, se puede considerar papel mojado en función de que a ellos les interese o no.

En el PSOE-A saben que los populares se han opuesto a las dos reformas efectuadas a dicha Ley desde 2005. Incluso las recurrieron ante el Tribunal Constitucional con dispar fortuna. La primera, que obligaba a que las listas fueran tipo cremallera —presencia alterna de hombres y mujeres en la candidatura—, la perdieron ese mismo año y la segunda, que establecía la incompatibilidad entre los cargos de diputado y alcalde o presidente de diputación, está en suspenso desde 2012.

La jugada de los socialistas tiene su intríngulis, porque pone la pelota en el tejado de Izquierda Unida ahora que llega el trámite de aprobar los presupuestos de 2014. Van a jugar a aparcar el proyecto “para otro momento a lo largo de la legislatura”, en palabras de Susana Díaz. O lo que es lo mismo, nunca. Porque el Partido Popular jamás apoyará una Ley que le prive de los privilegios que ahora mismo le otorga la vigente. Y el PSOE tampoco. No digo que no vayan a constituir la comisión de trabajo acordada para su estudio: el tiempo hay que dejarlo correr de alguna forma. Pero será igual de inútil que la de investigación de los ERE. Izquierda Unida se quedará sola y ninguneada de nuevo.

Lo que no se entiende es la inanición ante el atropello descarado de uno de sus emblemas electorales. La federación de izquierdas hizo bandera de esa reivindicación ante la exigencia de los movimientos sociales y la sociedad civil ,en un intento de abanderar las protestas que en su día abarrotaron las calles. Además, la idea ha calado hondo entre sus bases. Ahora el caramelo prometido parece ser presa de un artilugio de magia que lo ha hecho desaparecer. Insólito.

Sólo falta saber si el apego al sillón no provocará —como otras veces— que Izquierda Unida trague y mire para otro lado restándole importancia. Que no plante cara al despropósito dado que mantiene al gobierno actual. Justo ahora que la previsión de las encuestas hace que a su formación no le convenga tanto como antes la modificación de dicha Ley. Otro ridículo como el de la Comisión de Investigación de los ERE en su día sería ya demasiado tragar. O no.

Claro que, a veces, las cacicadas de los conservadores son más útiles de lo que muchos se piensan. Incluso para la izquierda.


Artículo publicado en sevilla report.

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