Ya aireamos aquí hace algunos días que Carlos Arizaga, el gerente récord de Tussam, andaba indagando entre los que tienen algo que decir en el partido socialista sevillano que si sabían ya quiénes van a repetir en las listas a las próximas elecciones municipales de mayo. Como los chavales, Arizaga apenas puede contener su curiosidad insaciable, máxime cuando de ella depende gran parte de su pecunio, que no es poco.
La clave oculta de su ansiedad por saber se llama Fran Fernández, ese ínclito concejal que tiene la curiosa cualidad de conducir hacia el más absoluto desastre cuanta gestión se le encomienda a sus manos. Por lo que quiera que sea, Arizaga parece haber ligado su destino a la continuidad o no de este gestor de altas miras. Vete a saber cuál es el motivo de tal ligazón, pero cosas más absurdas se han visto y se ven cada día en política.
El caso es que este fin de semana El Mundo Andalucía publicó una información, según la cual Luis Navarrete, actual presidente ejecutivo de Isla Mágica y hombre de peso en el socialismo sevillano, ha manifestado al partido su intención de volver a la política y se habla de él con cierta insistencia como casi seguro integrante de la lista electoral en los mentideros donde se cuece el meollo.
Esto, que parece de lo más normal estando como estamos en período casi electoral, tiene su intríngulis, porque Navarrete pertenece a la agrupación socialista Cerro-Amate, la misma que dirige Fran Fernández, y su inclusión en las listas supondría un problema para las intenciones de éste de repetir curso. Y, por aquello del efecto dominó, también para el sueño de no soltar la poltrona, aunque sea en cualquier otra delegación, de Arizaga.
De ahí que Arizaga, sagaz e intuitivo donde los haya, casi palpando la posibilidad de que su máximo valedor pueda estar en horas bajas en el partido, ha diseñado un audaz Plan B por si su máxima apuesta le sale rana. Que en apego a éste no le gana nadie.
Y el susodicho plan pasa forzosamente por el Real Decreto 1382/1985 que regula la relación la laboral de carácter especial del personal de alta dirección.
Arizaga fue, con anterioridad a ser designado buque insignia de la compañía, empleado de la misma con la categoría de Jefe de Departamento y como tal adscrito a su convenio colectivo. Se encontraba en período de excedencia voluntaria desde hacía años cuando el alcalde lo designó gerente, no se sabe sopesando qué tipo de extrañas cualidades.
Durante su larga excedencia de años eran famosas las frecuentes visitas de Arizaga a la sede central por si se había producido una vacante en su categoría, ya que había reiterado su intención de reingresar el la empresa. Sin embargo, el gerente de entonces no estaba por la labor, tampoco ha trascendido por qué causa, y jamás peermitió que dicha vacante se produjera, aún a pesar de que había en la empresa quien estaba ejerciendo las labores de la categoría pero sin ostentarla para que no hubiera lugar a reclamación.
A esta circunstancia es a la que pretende agarrarse en caso de ser cesado una vez que se produzca el relevo en la casa consistorial. Por este blog ha pasado la terna de candidatos de la que saldrá con toda seguridad el próximo alcalde de Sevilla. Todos ellos coinciden en que en Tussam ha habido mala gestión por parte de la dirección de la empresa y en que es una necesidad acuciante el retomar la situación bajo un enfoque diferente. No parece pues el escenario más apropiado para una posible continuidad de Arizaga al frente de la compañía y él es consciente de ello.
Tal vez por ello, va comentando por sus círculos más íntimos que “a ver si me quedo como Jefe de Departamento”. Y no lo dice por decir, sino que lo tiene de lo más estudiado. El susodicho decreto establece que, en el caso de la reanudación de la relación laboral de los altos directivos promocionados dentro de la empresa, en su contrato debe especificarse si la nueva relación especial sustituye a la común anterior o si la suspende. En caso de no especificarse nada, se entenderá que la relación laboral común anterior a la relación de alta dirección queda suspendida, pero no extinta.
Es cierto que Arizaga se encontraba en situación de excedencia voluntaria cuando fue nombrado gerente, es decir, tenían su relación laboral con la empresa suspendida por voluntad propia. Pero fuentes jurídicas consultadas aseguran que, al establecerse un contrato de alta dirección con la empresa, dicha relación laboral suspendida se reactiva de manera automática. La única duda, susceptible de interpretación por un juez, es si en caso de pedir su reingreso como Jefe de Departamento una vez resuelto su contrato de alta dirección, tendría que volver a la situación anterior en espera de vacante o bien se le tendría que reintegrar de manera inmediata su plaza.
Esto, como casi todo en la vida, tiene un trasfondo que al final se traduce en cantidades de dinero, y a veces muy importantes. En el contrato de alta dirección ha de figurar, entre otras cosas, la retribución, en su caso como ya hemos manifestado muy superior a la del Presidente del Gobierno, y las cláusulas de indemnización en el caso de extinción unilateral del contrato por una de las partes. Cuando es la empresa la que decide poner fin a la relación contractual, la indemnización se fija en una serie de días de sueldo por año efectivo en el cargo, lo que ya de por sí supone una pasta gansa dado lo que cobra.
Pero si Arizaga pide su opción a reanudar su relación laboral de origen en las mismas condiciones en las que se encontraba antes de abandonarla, la empresa está obligada a mantener el mismo salario que venía percibiendo entonces o adecuarlo a la categoría profesional que le corresponda según convenio colectivo. Si la empresa se opusiera a ello, deberá abonarle además la indemnización que corresponde por despido improcedente en las relaciones laborales ordinarias, es decir, 45 días de salario por año trabajado con un tope de 42 mensualidades. Otro pastón. De hecho, casi todos los integrantes del actual Comité de Dirección de Tussam podrían acogerse a esta norma, ya que casi todos han ostentado con anterioridad cargos recogidos en el convenio colectivo de la empresa.
Otra cosa es la muestra de profesionalidad que supone que alguien, que ha dirigido durante años una compañía, acepte después el continuar de subordinado de quienes hasta hace bien poco lo fueron de él. No creo que sea un logro como para que figure en letras doradas en un currículum profesional. Pero, como ya dije, cosas peores se han visto. Seguro que más de un directivo actual está afilando la navaja ante la posibilidad de tenerlo en un futuro bajo sus órdenes.
Para que luego vayan diciendo por ahí que ser directivo en Tussam no resulta de lo más rentable. Y mientras, el grueso de la plantilla sigue soportando las continuas irregularidades en el pago de sus salarios.
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