Pocas cosas retratan mejor la realidad que los números. Y en los tiempos que corren, en los que nuestras vidas y su futuro están en manos de otros que deciden por nosotros lo que nos conviene y lo que no, sobre todo en lo relativo a nuestro bienestar, los números son quienes mejor explican su comportamiento a la hora de tomar dichas decisiones.
Es un buen punto de partida para este collage comenzar diciendo que cada ex presidente de Gobierno le sale a este país por 80.000 euros al año de pensión vitalicia, más otros 80.000 anuales si decide ingresar en el Consejo de Estado. La primera pensión se puede compatibilizar con otros elevados honorarios procedentes de los grandes consorcios privados, la segunda, al parecer, no. Sea como sea, la pensión más alta de este país para cualquier trabajador que se ha llevado toda la vida currando no sobrepasa los 32.000 euros al año.
Los partidos políticos percibieron durante 2010 sólo en subvenciones casi veinte millones y medio de euros, con la salvedad de que, en relación con los resultados obtenidos en las últimas elecciones generales, al Partido Popular le sale el voto a 0,85 euros, al Psoe 0,86, a los nacionalistas a una horquilla que varía desde los 0,74 del BNG a los 0,94 euros del PNV, mientras que UPyD e IU son los que obtienen los votos más baratos, ya que les salen a 0,62 y 0,59 euros respectivamente. Esto explica por sí solo, amén de la representatividad, el por qué de las quejas recurrentes sobre la ley electoral. Los sueldos de los políticos electos, por supuesto, van aparte, pero se estima que rondan los 720 millones de euros al año.
Si nos vamos a los sindicatos, la cosa no pinta muy diferente. En el año 2009, las subvenciones del Ministerio de Trabajo a las organizaciones sindicales ascendieron a casi 16 millones de euros, de las cuales el 79% fueron para las centrales mayoritarias, CC.OO y UGT. Además, ese mismo año, por su participación en los órganos consultivos del Ministerio de Trabajo e Inmigración, de sus organismos autónomos y de las entidades gestoras de la Seguridad Social, ambas organizaciones recibieron otros casi dos millones de euros y la CEOE más de un millón ochocientos mil.
No están todos los datos, faltan otros muchos como las otorgadas para formación, las de las comunidades autónomas y seguramente muchas más. Pero es una muestra significativa que nos ayuda a explicarnos el por qué tanta tibieza en algunos frente a la firmeza de los otros, cuando aplican recortes que a ellos rara vez les afectan. Lo normal ante este tipo de reparto es que pacten, aún en contra de los intereses de quienes representan.
Sin embargo, esto no puede evitar de ninguna manera que los fieles números continúen retratando la realidad mejor que nadie cada vez que aparecen en escena.
Y como ya se sabe que los números forman parte del ejército más difícil de vencer que pisa la faz de la tierra, pues nosotros calladitos y sin armar escándalo, no vaya a ser que se nos cabreen y nos jodan más de lo que ya estamos. Y así nos va.
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