Hoy no ando sobrado de ganas de escribir. Sin embargo hay una pregunta que me lleva dando vueltas la cabeza todo el día. Sobre todo desde que leí esto.
Hay días en que la actualidad te sobrepasa, tus sentidos se bloquean como una puerta atorada y una especie de mecanismo de defensa se activa y te aísla del exterior, como si de un blindaje se tratase. Hoy me pareció que la realidad no mereció ser escrita, sin más.
Todavía no hemos iniciado oficialmente la campaña electoral de las elecciones municipales y autonómicas y los mensajes con que nos bombardean los medios ya son desde antes de ayer cansinos y repetitivos, como el tic tac de un viejo reloj rezongón que se niega a expirar.
Y, cómo no, por si se te ocurre pensar, están las armas de disuasión masiva de siempre, listas para ser disparadas desde los cañones infalibles de los medios. Esta vez toca que si la crispación política provoca violencia o no y el cruce de acusaciones de rigor entre unos y otros. Como si fuéramos tan estúpidos como para no discernir que la crispación política, como otros gloriosos integrantes del atrezo de esta comedia sin final escrito, lo único que es capaz de provocar es una ciudadanía desencantada y cada vez con menos aspiraciones y menos ganas de luchar. La rendición incondicional de los borregos.
Y todo porque a unos cuantos desalmados no se les pudo ocurrir otra cosa que propinar un soberano varapalo a un político, uno de los impecables actores de la Divina Comedia con la que nos castigan a diario. O porque a un pirado del todo le dio por emprenderla a tiros con los asistentes a un acto público en Arizona. Ahora la preocupación es la violencia a la que puede conducir un volumen excesivamente alto en la pugna política. La estulticia y la idiotez que ello provoca cuando la realidad te demuestra que esa política es secundaria e irrelevante en la toma de decisiones que mueven el mundo no. Eso, si toma una tendencia imparable a convertirse en consuetudinaria, mejor. O la impotencia.
Y la pregunta que me ronda es si hay mayor violencia para los políticos que no les votemos y les deslegitimemos a todos públicamente, de manera que quienes salgan elegidos no representen ni a la mitad de la mitad de la sociedad. Ni si quiera a la sombra de la sociedad. Supongo que tendrían que irse, aunque fuera por dignidad. Y algo tendríamos que hacer a la fuerza. Porque si de algo estoy harto es de dar legitimidad a tanto teatro.
Y en ésas estoy, mareando a la pregunta con los regates de la ficción por si soy capaz de encontrar alguna respuesta.
5 comentarios:
Yo tambien estoy cansada, a todo esto hay que añadir, Jack, lo que tenemos que aguantar y escuchar los catalanes.
Sabemos que van a ganar , ¿que digo? , van a arrasar a costa de cargarse a Catalunya (insultar o falsear sobre los demás no da votos), no importa el precio a pagar de la crispación y la desafeccion ahora ya real (antes ficticia) la cuestion es ganar las putas elecciones nacionales en españa, sea como sea y el tema es 'contra todo lo que hayan hecho los de izquierdas y contra todo lo que sea Catalunya dá muchisimos votos' aunque luego no podamos volver a recomponer lo que se fuerza a la ruptura.
Estoy tambien muy cansada, mucho. Y no soy optimista para nada, empiezo a pensar que yo no quiero pertenecer a este pais del pelotazo y la intolerancia.
Magistral articulo de repaso de Rosa María Artal a la realidad vergonzante de este país. Fabulosa reflexión la tuya Greg.
Ante tanta decadencia del sistema ya debíamos de haber reaccionado, estos mezquinos que nos dirigen y que pretenden seguir haciéndolo, que se turnan entre ellos, han borrado de sus vidas miserables la dignidad, solo tienen un fin, seguir ejerciendo su poder y repartirse el botín del saqueo de lo público. Es el Reino de la desvergüenza.
Un abrazo, salud Greg.
megustas: es una pena que Cataluña proporcione tantos votos al PP en el resto de España. Es patético, diría yo.
Enrique: Rosa María se sale siempre, es fenomenal.
Estupendo Rosa Maria
Publicar un comentario