Ya no se conforman con que nos estemos quietecitos mientras nos lo cuentan, además quieren que nos creamos el cuento a pies juntillas y sin rechistar. Hasta ahí llega el cinismo de buena parte de nuestros sacrosantos políticos.
Resulta que mientras casi veinticuatro millones de ciudadanos de este país, entre trabajadores y parados, las estamos pasando putas para seguir adelante y alcanzar el fin de mes soportando el grueso de la crisis que provocaron cuatro listos, no sólo, en una nueva vuelta de tuerca, nos han colado una reforma laboral que poco menos convierte los tajos en puestos de esclavitud, más que en de trabajo, sino que, por si aún no te habías enterado, nos piensan alargar unilateralmente la vida laboral y las condiciones para tener derecho a una pensión después de haber empleado toda ella trabajando para mantener el sistema.
Y lo deciden de manera soberana y unilateral sus señorías, los mismos que se niegan a endurecer el régimen de incompatibilidades de los diputados, que permite que los ex Presidentes de Gobierno puedan percibir pensiones vitalicias del Estado por cuantías de hasta 160.000 euros anuales, compatibles con cualquier otra cantidad, por astronómica que ésta sea, que provenga de la empresa privada.
También se niegan sus señorías a que el Estado deje de pagar los complementos para que ellos mismos alcancen la pensión máxima de jubilación (32.000 del ala anuales) tras permanecer más de 7 años ocupando un escaño. Para que luego digan que nuestros políticos no entienden de solidaridad.
Para todos lo demás, si no hay Master Card, tener los 65 años cumplidos y quince de cotización a la Seguridad Social para poder cobrar el 50% de la base reguladora o tener 35 años cotizados y los 65 cumplidos para poder cobrarla al 100%. Eso hasta que se apruebe la reforma, que entonces otro gallo cantará. ¿A que apenas se aprecia la diferencia?
Lo peor de todo esto, amén de lo que las catastróficas medidas suponen para millones de españoles, es el cinismo de aprobar la permanencia de los privilegios al mismo tiempo que se aprueba la masacre para la gran mayoría y pretender que no los traguemos como necesario e incluso ineludible.
Hasta tal punto llega el descaro, que el diputado socialista Daniel Fernández ha justificado hoy su oposición al endurecimiento de las incompatibilidades argumentando que “lleva a convertir la política en una profesión y eso nos alejaría de la ciudadanía”. Como si la política en este país no fuera desde hace ya muchos años la profesión más prometedora del amplio espectro ocupacional y como si nos estuvieran ya a años luz del ciudadano de a pie.
No, no se preocupe por la lejanía del ciudadano, señor Fernández. Estamos ya tan lejos que casi ni les vemos y, como usted bien sabe, lo que no se ve no forma parte de este mundo, sino de uno misterioso y sutil que suele ser inalcanzable. Al menos para la inmensa mayoría.
6 comentarios:
Verbigracia del PP-PSOE
Y ahora no vale decir que todos son iguales. Ahi esta Anguita, cobrando la pension de maestre y rechazando la otra
Anónimo: es cierto, y también muchos otros.
muy acertado y muy cierto
No hay que preocuparse: Rajoy ha dicho que cuando gobierne acabará con estos privilegios de los políticos. Y subirá las pensiones. Y los jóvenes tendrán trabajo. ¿Qué más prometió? Ah, que dará a los jueces los papeles que ocultan la verdad del 11-M ¡Y la Biblia en pasta, si es preciso! ¿Te lo crees, Jack?
Carmela: muchas gracias.
Anónimo: a estas alturas cada vez me creo menos cosas de los políticos.
Publicar un comentario