Mi obra literaria

15 enero 2011

Arenas y el oportunismo del doble discurso

No me gustan los dobles discursos, tan comunes en el lenguaje de algunos políticos, ni el oportunismo, esa táctica de apuntarse a todo cuanto nos beneficia a corto plazo desentendiéndose de las consecuencias que puede acarrear en un futuro. Si hay algo que aprecio en un político es la coherencia, incluso cuando se comenten errores.

Por eso no me han gustado las declaraciones de Javier Arenas de que le parece “terrible que la Junta llame fascistas a los funcionarios”, porque, lejos de tener o no la razón, creo que son un claro ejemplo de oportunismo y doble discurso.

Cuando quienes trabajamos en Tussam decidimos oponernos a la vulneración flagrante de nuestro convenio colectivo mediante las componendas entre las estructuras políticas y sindicales de la ciudad, allá por el 2007, se nos dijo de todo y se nos dejó abandonados ante la tapia de fusilamiento con todo el mundo delante y enfrentados a él. Nadie cayó entonces que no pedíamos dinero, sino que no hubiera imposiciones unilaterales en defensa de intereses externos y que se recurriera a la negociación, como se había hecho hasta ese momento.

Desde los voceros del poder se nos llamó batasunos, terroristas y se nos acusó de practicar estrategias de kaleborroka utilizando el altavoz de los medios y sin ni una sola prueba. Hasta tal punto es así que hoy, casi tres años después, no sólo se han sobreseído todas las actuaciones entonces iniciadas de manera interesada sin condenar a ningún culpable, sencillamente porque no los había, sino que quienes las promovieron están imputados en las causas incoadas como consecuencia de ese tipo de comportamiento.

En este largo período de tiempo, una vida humana se ha quedado por el camino y una familia humilde y sencilla totalmente destrozada, además de haber alcanzado un nivel de deterioro en las relaciones laborales en la empresa como nunca antes había sucedido.

Jamás escuché entonces a Javier Arenas, ni a nadie del Partido Popular, decir que fuera “terrible” que los prebostes municipales llamaran “terroristas” a los trabajadores de su empresa municipal de transporte urbano. Se limitaron a aprovechar la dureza represiva del gobierno municipal para sacar tajada y expandir su ya famoso “yo todavía más”.

Tal vez porque el señor Arenas, tan amante de las clases, entiende que no es lo mismo un funcionario que un simple trabajador de una empresa municipal. Y en eso tiene razón, no es objetivamente lo mismo, porque si nosotros entonces éramos unos “privilegiados”, la mayoría de los funcionarios, por la misma regla de proporcionalidad, vendrían a ser entonces el estrato superior del privilegio. Cuando de lo que se trata en realidad es, simplemente, de lo común en que se están convirtiendo en estos días los abusos de poder frente a los más débiles.



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