En el Partido Socialista andan preocupados por la evolución de los acontecimientos en Andalucía. Los resultados de las elecciones catalanas han mostrado cuán profunda es la boca del lobo y temen que en el tradicional vivero de votos del sur del país pueda suceder algo parecido y en las inminentes elecciones municipales y las posteriores autonómicas se produzca una debacle similar que impidiese la posibilidad de volver a ganar las generales.
Los datos que han revelado hasta ahora las encuestas y la notable repercusión que está logrando el caso Mercasevilla ya han puesto de los nervios a más de uno y han instaurado entre sus filas un permanente estado de preocupación ante el desarrollo del proceso.
Desde Madrid se mira con cierta desconfianza hacia el sur, ese caladero fiel sobre el que se han sustentado tradicionalmente buena parte de las victorias socialistas. Y desde el sur se mira con resignación hacia la capital, sabedores de que las medidas que está impulsando el gobierno central son un obstáculo más a superar de cara a revalidar la dirección que dura ya tres décadas al frente de la Junta de Andalucía.
Los datos no pueden ser más escalofriantes. Según la Encuesta de Población Activa correspondiente al tercer trimestre de 2010, la población en paro en Andalucía alcanza la insultante cifra de casi un millón ciento treinta mil, algo más de la cuarta parte del paro a nivel nacional. O lo que es lo mismo, que de cada cuatro parados en España uno es andaluz.
Para más inri, de esa cifra casi doscientos sesenta mil son parados de larga duración que verán a partir de febrero próximo desaparecer la prestación de 426 euros mensuales que el gobierno de Zapatero ha incluido en su última tanda de recortes sociales. Lo que se traduce en que de cada tres parados españoles que se quedan sin prestación uno es andaluz.
La contundencia de los datos sitúa a los socialistas andaluces ante un difícil panorama a la hora de aspirar a renovar su mandato en esta tierra. Arenas se estará frotando las manos víctima de su incredulidad; alguien se está encargando de hacer el trabajo sucio por él y sólo tiene que sentarse paciente a esperar que el fruto madure y caiga para recogerlo. Lo que no ha conseguido el Partido Popular en toda la historia de nuestra corta democracia, lo va a hacer Zapatero con cuatro medidas tomadas en otras tantas tardes de inspiración divina.
A no ser que alguien lo remedie pronto, Andalucía amenaza teñirse de azul en los próximos comicios. No será necesario en esta ocasión buscar en colinas y desiertos lejanos al culpable.
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