Te está bien empleado, Zapatero. Ya lo dice el refrán: quien con niños se acuesta, mojado se levanta. Y todo este actuar y gobernar contra natura no puede tener recompensa alguna. No me extraña que casi el 80% de la ciudadanía no quiera que repitas como candidato.
No te conformas con frenar la promesa electoral de la Ley de libertad religiosa, ni con incrementar un 34% la asignación de la casilla católica del IRPF, sino que tienes que destinar dinero público para afrontar los gastos de la visita del Papa, un tipo que representa a la institución más arcaica y con mayores privilegios en la Historia de la humanidad. Tú que te consideras socialista y te proclamas laico.
Y aún así, iluso de ti, no satisfaces la insaciable voracidad de los ultramontanos, que se permiten el lujo de venir de invitados a tu casa y encima vejarte e insultarte, criticarte y regañarte como a un niño travieso a pesar de que corres con buena parte de las viandas del convite. Y claro, no contentas a nadie y acabas decepcionando aún más a quienes te votaron para que los desposeyeras de una vez de sus ancestrales privilegios.
Lo mismo que ocurrió con la política de recortes sociales, la reforma laboral y lo mismo que ocurrirá con el período de cotización a la seguridad social para tener derecho a una pensión o el retraso de la edad de jubilación.
Porque tú solito, en tus ratos de visionario mayor del reino, has decidido gobernar justo en el sentido contrario a quienes te eligieron. Tú solito has decido pasarte el programa electoral por el forro de las entretelas y reducir a la ignominia el contrato electoral con tus votantes. A eso has reducido la ya menguada democracia de este país, a la más absoluta y miserable nada.
Tú y quienes te lo han consentido sin abrir ni siquiera la boca, no vaya a ser que se mueva el sillón y ya no tengan un reducto sobre el que descansar sus culos inveterados. Esos mismos que pretenden ahora que nos traguemos que ante el terrorismo de estado la duda es hasta razonable y, para colmo, son alabados por meapilas capaces de afirmar que “el crucifijo no hace daño a nadie”. Como si fuéramos tontos e incapaces de discernir que claro que no; el que hace el daño suele ser siempre quien lo esgrime, estúpido.
2 comentarios:
Plas,plas,plas...joder Jack's que bien te ha salido, oye, me he quedado como si se lo hubiese estado leyendo en su cara, y para mi goce lo mejor ha sido "ver" su jeta cuando le he llamado ESTÚPIDO!
ainsssssss, que asco de políticos!
Besazo Jack´s...
carpe-diem: gracias, es lo que sentía y no podía escribirlo de otra manera.
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