Creo que será difícil que se repita una huelga general con tantos motivos para ser secundada como la que se llevó a cabo ayer. Entre otras cosas porque, de haberla, significaría que se estaría desmontando el Estado de Derecho y del Bienestar como si de un mecano se tratase. Tarea en la que se han aplicado ya.
La de ayer tuvo un índice de participación más que aceptable en general, a pesar de que no contase con un seguimiento masivo como la del 14D. Los sindicatos deberían tomar buena cuenta de que no se puede convocar una protesta tan importante con tanta tibieza y en un tono tan suave. Una huelga general sólo puede tener como finalidad o que el gobierno retire las medidas que la han provocado o para echarlo del poder. No hay medias tintas. La manifestación que recorrió las calles del centro de Sevilla fue tan impresionante como hacía años que no se veía y el ambiente muy activo e incluso divertido.
Deplorable la actuación, como siempre, de algunos agentes de la policía nacional que, más que garantizar el ejercicio de los derechos constitucionales que nos asisten, parecen empeñados en pisotearlos cada vez que se les presenta una ocasión propicia. El incidente de ayer con el policía que pretendía desalojarme porque “sólo es periodista el que está acreditado por un medio gráfico reconocido” es algo más que lamentable. Personas con tan escasa capacidad de razonamiento y tan alarmante ausencia de sentido común no están capacitadas para garantizar el orden y los derechos de los ciudadanos. El Delegado del Gobierno debería de tomar buena nota de este tipo de sujetos que, más que una garantía de orden público, constituyen un peligro incendiario permanente. Menos mal que al final se impuso el sentido común de algún que otro compañero, mucho más razonable, respetuoso y colaborador, y pude realizar mi trabajo sin ningún inconveniente digno de mencionar.
En lo referente a Tussam, y a pesar de que Fran Fernández se empleó a fondo, ha sido una huelga con un buen nivel de participación, pero con algunos pequeños fallos. Además de que los de siempre hicieron lo que suelen hacer siempre –no se puede esperar otra cosa de ellos-, resultó extraño la salida de más de treinta autobuses sin servicios mínimos, lo que pone de manifiesto que el trabajo de los sindicatos de explicar los argumentos poderosos que justifican la protesta no se hizo con todo el celo que requería. Como me dijo un dirigente de IU, resulta cuanto menos extraño ver autobuses circulando por la ciudad sin el cartel de servicios mínimos en una huelga general. La próxima vez habrá que esmerarse más.
De todas maneras, el poder compartir momentos como esos con compañeros con los que habitualmente no tienes oportunidad es uno de esos placeres a los que me niego a renunciar.
Genial, en tu linea .
ResponderEliminarAnónimo: muchas gracias.
ResponderEliminar