Mi obra literaria

24 febrero 2010

Unos crían fama mientras otros cardan lana


Mientras en Sevilla la actitud inadecuada de unos dirigentes incapaces de encontrar soluciones creativas y eficaces ha logrado llevar a una empresa emblemática como Tussam casi a la bancarrota, en otros lugares con otro tipo de dirigentes y de actitudes empresariales se apuesta por la innovación y el fortalecimiento del carácter publico de las empresas de transportes urbanos.

Tussam no reestructura sus líneas desde la década de los ochenta. Han pasado ya casi treinta años, con la radical transformación que ha sufrido la ciudad en ese período, sin que se haya abordado por parte de la empresa una adecuación a las nuevas necesidades de movilidad. Aquí simplemente se han limitado a contemplar una vertiginosa y progresiva caída del número de viajeros como quien espera a que escampe. Claro que lo de los viajeros no tiene importancia, incluso produce satisfacción.

Ahora se llevan las manos a la cabeza incrédulos ante el espectáculo de una deuda que engorda como la espuma sin que nadie quiera escarbar para descubrir sus verdaderas causas. Tampoco es ése el debate, faltaría más.

Nadie parece dispuesto a querer proporcionar datos claros y concretos sobre los costes de un tranvía de apenas 1,5 kilómetros y que ha lastrado las cuentas de la empresa hasta niveles insostenibles.

Ambas cosas son culpa exclusiva de los empleados, cómo no, por su ceguera al no percatarse de que las líneas han de adecuarse permanentemente a las necesidades de la ciudad y por empeñarse en montar un tranvía oneroso única y exclusivamente para salir luego en las fotos de las portadas de los medios. Ellos, los directivos, bastante tienen con acudir cada día a trabajar. No se les puede exigir más, pobrecitos.

TMB siempre ha sido un referente en el transporte urbano de superficie, pero lo que más me ha llamado la atención de su forma de funcionar es que siempre busca la implicación de la ciudadanía, hasta tal punto que la consideran como parte integrante de la ciudad. Aquí todavía hay algunos ineptos que creen a pies juntilla que soliviantar a los ciudadanos en contra de la empresa y sus trabajadores es bueno para la corporación. Es una muestra más de inteligencia. Para ellos, TMB sólo vende humo. Un humo que alimenta, claro, y a miles de familias por cierto.

Por eso unos crían la fama, mientras otros cardan la lana.

Así nos va.



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