Juan Carlos Escudier
"Y también hay cosas por las que la Revolución deja de merecer la pena. El objetivo no puede ser resistir más que los otros, no perecer, aunque para ello se pase como una apisonadora por encima del individuo y de sus anhelos. El deber del revolucionario no es preservar su existencia. No se hace la Revolución para que los comisarios del partido vigilen desde cada esquina tus movimientos, ni para que las cartillas de racionamiento te aseguren el pan siempre que seas capaz de aguantar las colas y mucho menos para pasar la vida asomado a un malecón soñando con abandonar una bella cárcel tropical abrazada por el mar."
Más en "Cuando la revolución ya no merece la pena".
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