Norberto Miranda Madrid, periodista mexicano ubicado en Casas Grandes, en Chihuahua, junto a la frontera norte entre México y Estados Unidos, escribía una humilde columna en la web de Radio Visión titulada “Cotorreando con El Gallito” donde daba cuenta de la actualidad de la localidad donde residía.
Norberto, como suele suceder en estos casos, tocaba todos los palos del periodismo. Ayer, alrededor de las 22 horas, un comando compuesto por cinco hombres armados con rifles de asalto y pistolas irrumpieron en la redacción donde Norberto trabajaba los artículos del día siguiente y lo ejecutaron sin más trámite.
Norberto solía cubrir cualquier información relativa la ciudad, desde la seguridad pública y la lucha con el narcotráfico hasta los eventos deportivos.
Casas Grandes está situada en un lugar conocido como “el triángulo dorado”, que comprende el espacio que abarcan los vértices de Durango, Chihuahua y Sinaloa. Dicha área ha sido la elegida por los grandes capos de la droga para la producción y el tráfico de la droga que después introducen en Estados Unidos a través de la cercana frontera. En su guerra por el control de la zona, a los cárteles ya no les importa que muera gente inocente, por lo que la inseguridad se convierte en el pan de cada día.
Y el trabajo de Norberto consistía en cubrir informativamente el día a día. La noche antes de que lo balearan escribió un artículo en el que denunciaba que se habían contabilizado al menos 25 muertos en la ciudad en lo que va de mes. Todos ellos debidos a disparos por arma de fuego efectuados durante enfrentamientos entre bandas rivales.
A principios de mes, también había dado cuenta en su columna de la captura por parte del ejército de tres importantes cabecillas del grupo conocido como “La línea”, el brazo armado del Cártel de Juárez. Uno de los detenidos fue identificado como José Rodolfo Escajeda Escajeda, apodado “El Rikín” y buscado por la DEA por narcotráfico.
Norberto daba cuenta de ello de la misma manera que relataba el apoyo del alcalde al negocio de la carne de caballo con destino al mercado americano. Pero se ve que a los narcos no les gustó que alguien fuera venteando sus andanzas por ahí y decidieron secar para siempre su pluma.
Ya nunca se volverá a escuchar con los albores del día el canto de la columna obligada de "El Gallito".
Será cuestión de contabilizar los "daños colaterales" que se produce en el oficio del periodismo, cuando se ejerce desde la libertad y la honradez. Es un goteo constante.
ResponderEliminarAnónimo: en México esos daños son una verdadera exageración, ya no es que un periodista investigue el narcotráfico, tan sólo con que menciones que existe en uno de tus artículos es suficiente para que te ejecuten en mitad de una calle cualquiera.
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