El asilo es un derecho humano

El 25 de junio pasado, el Congreso aprobó el Proyecto de Ley Reguladora del Derecho de Asilo y la Protección Subsidiaria. Ya entonces, varias organizaciones denunciaron el considerable retroceso que dicha reforma supone para el sistema de asilo español.

Ahora dicha ley se encuentra en trámite de ser aprobada en el Senado, cosa que de ocurrir supondría un lamentable paso atrás en nuestro compromiso internacional de proteger a aquellos que huyen de las humillantes violaciones de los derechos humanos que sufren reiteradamente en sus países de origen.

Las disposiciones que recoge el nuevo texto suponen en la práctica el dificultar todavía más el derecho a la protección internacional de miles de personas. Esta reforma niega el derecho, reconocido en la Ley vigente, a solicitar asilo en las embajadas españolas en terceros países, como también se lo niega a los nacionales comunitarios, renegando del dictamen de la Convención de Ginebra que establece que el asilo es un derecho humano de toda persona que no puede estar condicionado a ninguna discriminación por motivo de nacionalidad, entre otros.

De hecho la implantación de este supuesto supondría reconocer implícitamente que en los Estados miembros de la UE no se producen, ni existe posibilidad alguna de que se produzcan en un futuro, graves violaciones de los derechos humanos. Cosa que bastaría con una ojeada a la prensa diaria para descubrir que está bastante alejada de la realidad.

Amnistía Internacional, junto a otras ONG, está llevando a cabo una recogida de firmas para enviar un mensaje a los senadores para que garanticen que la nueva Ley de Asilo no suponga un retraso respecto a la legislación vigente y se ajuste al derecho internacional en materia de Derechos Humanos.

Alardeamos de tratar de implantar la democracia en países extraños a base de armas, balas e invasiones soterradas, cuando somos incapaces de reconocer y ayudar a proteger las libertades individuales, pilar inherente al sistema democrático, de aquellas personas que, viéndolas en grave peligro, ponen sus ojos y su esperanza en nosotros.