Los medios pasan de satisfacer la necesidad de conocer y saber de los ciudadanos. No les importa si estamos desubicados en un mundo donde sólo el conocimiento nos otorgará un lugar de referencia.
Los medios van a lo suyo, contándonos una visión de la realidad plegada a determinados intereses que nada tienen que ver con los de los ciudadanos de a pie.
La actualidad que nos muestran hoy los medios está tan manipulada que para hacerla creíble hemos de tirar de nuestra ideología y nuestros intereses particulares.
Hoy la lectura de las noticias ha pasado de ser un ejercicio crítico a un alineamiento partidario. Nadie parece tener interés en contar la realidad de los hechos y nos conformamos con relatos parciales e interesados que amoldan el mundo a lo que pensamos o nos interesa en cada momento.
El periodismo actual pocas veces prende la luz para que veamos cómo corren las cucarachas a esconderse y, cuando alguna vez lo hace por algún interés inextricable, son otros medios plegados a intereses opuestos quienes se encargan de provocar el corto circuito que nos devuelva a la oscuridad.
La corrupción generalizada o la implantación de una “inquisición, persecución, dictadura, conspiración, estado policial, complot de Estado” desde cualquiera de los poderes del Estado constituyen elementos más que adecuados para que se impusiera de una vez esa máxima sagrada del periodismo de otorgar luz a los asuntos escabrosos y explicar a los ciudadanos el por qué de las cosas. Una oportunidad única para que el periodismo se reivindique a sí mismo.
Sin embargo, asistimos atónitos a una procesión de titulares sesgados e interesados que, lejos de pretender alcanzar el fin último del periodismo, se limitan a formar parte del coro de voces cacofónicas cuya única finalidad es ensordecer el discurso del contrario.
Sólo nos salva de la desidia que, al menos, podemos disfrutar de algunos casos aislados que se convierten en la obligada excepción de la regla.
Quizá esté algo pesimista, pero es la impresión que me queda tras leer cada día la prensa.
Absolutamente de acuerdo en tu apreciación. Es triste pero es real. Cuesta encontrar cada vez más la objetividad en la prensa. Es una verguenza la falta de ética que existe en la actualidad, por lo menos acá en Argentina.
ResponderEliminarAsí no me interesa trabajar en algún medio grande. NO me interesa ser un simple transmisor de informador sesgada, con bajadas de líneas según las pautas del monopolio,evitando lo "políticamente incorrecto"
Te saluda desde Argentina, un periodista a punto de especializarse en "periodismo digital"
Daniel Barrientos: pues me temo Daniel que es lo toca en estos tiempos en esta maravillosa profesión. De todas formas, te deseo toda la suerte del mundo en este mundo complicado que es el periodismo.
ResponderEliminarUn saludo.
Pues yo, visto lo que el PP dice del Estado español, estoy por hacerme apatrida y realizarme una cirugía plastica en la cara que me borre cualquier signo de identidad y que me relacione con que alguna vez he sido subdito de este reino.
ResponderEliminarAnónimo ¿y no sería mejor empezar por acabar con el reino en sí mismo?
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