“Pánfilo comprendería –pocos días después de difundirse sus imágenes- que al manifestarse se había delatado. Sus palabras eran como un círculo rojo alrededor de su cabeza, un anuncio lumínico a la entrada de su casa o un dedo señalando sobre su vida. La lupa del poder, esa que pende sobre todos nosotros, reparó en él y comenzó a hurgar en sus debilidades. Salió a flote que no tenía trabajo, había sido procesado por robo, probablemente compraba ron destilado en el mercado negro y otras tantas tropelías que cometemos los cubanos -cada día- para sobrevivir o escapar. Bastó que fuera sincero frente al micrófono y se quitara la máscara, para sentir el bisturí de la represión hurgando en su existencia.”
Yoani Sánchez escribe en Generación Y sobre la historia de Pánfilo.
Un claro ejemplo de la utilización de un momento de desahogo por una y otra parte. Una víctima colateral de las luchas ideológicas que, como suele suceder en estos casos, será la única perjudicada de todo el asunto. Y de qué manera, ya que le piden dos años de cárcel por una tontería, una muestra más de la sinrazón del régimen cubano.
Manolo también ha escrito sobre el tema y no puedo estar más de acuerdo con todo lo que expresa.
Lo más fácil siempre es culpabilizar a los más débiles.
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