Puede que no os hayáis enterado, quizás porque no pertenecéis a este mundo de mortales, pero el ínclito Rouco Varela ha hablado para iluminarnos a todos, y lo ha hecho sobre laicismo nada menos, que viene a ser como si un zapatero postulase con rigor sobre física cuántica.
Para el experto cardenal, lo jurídico y lo político, dos de los pilares fundamentales de todo Estado de Derecho han de estar al servicio de la persona humana –hasta ahí bien- y de “su realización plena como su objetivo último (alcanzar la vida eterna en dios) decisivo para la realización del bien común”. O, dicho en Román Paladino y salvando la reiteración, al servicio de la religión y de su finalidad primigenia y anacrónica, ésa que pretende imponernos a todos a toda costa al precio que sea.
Pero hay algo sustancial, profundo, visionario, en su columna con lo que no puedo estar más de acuerdo y no es otra cosa que su visión del origen de la soberanía popular. Porque la prueba más palpable de que “el origen y el fundamento de la soberanía popular reside en dios” es el engrasado engranaje democrático del Estado Vaticano, su particular cortijo terrenal en este mundo de desquiciados.
Manda cojones el purpurado.
2 comentarios:
Me acabas de dar una estupenda idea para un post. Te notificaré cuando lo publique. Como siempre, muchas gracias, compadre.
Jesu: no sabes cuánto me alegro. Ya estoy impaciente por leerlo.
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