Mi obra literaria

05 julio 2009

Corresponsales en Twitter, crónicas en 140 caracteres


Tras la espectacular irrupción de las redes sociales en mitad del fregado de la crisis de Irán, parece como si todo volviese poco a poco a su ser y lo que en su momento se llegó a denominar “la revolución verde” haya quedado reducida a teñir del color de la primavera un avatar de manera más testimonial que otra cosa.

Sin embargo, no es así en absoluto. Lejos de Twitter y de las redes sociales, en el mundo real, donde las pelotas de goma de los antidisturbios y la munición de guerra nada dos punto cero empleada por los bassijs, la gente sigue mostrando su malestar contra el régimen como puede y le permite un sistema que cada vez se parece más a un enorme candado sin llave maestra capaz de abrirlo.

Siguiendo esa moda de relativizar tan en boga en la red, tal vez no hemos sido capaces de valorar en su medida lo que las protestas en Irán significan en realidad. Que en una teocracia como la iraní el pueblo sea capaz de rebelarse y sortear los férreos métodos de censura impuestos por las autoridades acaballados a lomos de las nuevas herramientas de la comunicación y la información no es algo trivial y va mucho más allá de la simple solidaridad de sofá entre los usuarios. Es la aspiración de un pueblo a mayores cotas de libertad y realización personal que busca cualquier canal válido para expresarse.

Quizá a los occidentales se nos haya escapado una valoración más acorde de este fenómeno porque no hemos sido capaces de ver en ello otra cosa que una oportunidad única para debilitar a un régimen que no es molesto y que no comprendemos.

Es verdad que Twitter y las redes sociales se han convertido en una inmensa agencia de noticias repleta de corresponsales arriesgados que escriben sobre la marcha y desde el fragor de los enfrentamientos sus crónicas en ciento cuarenta caracteres. Las nuevas tecnologías se han encargado de hacer el resto, magnificando y otorgando voz a escala internacional a unos acontecimientos que de otra forma hubiesen permanecido en la cara velada de la realidad. Pero no es menos verdad que dichos hechos no estaban sucediendo en la red, sino en las calles, entre balas y porrazos, y que tras ellos se encuentran personas de carne y hueso, que expresan un malestar y aspiraciones legítimas, y que son las únicas destinatarias de la brutal represión desencadenada. Por ellos, por las víctimas innumerables con las que ya cuenta este conflicto, poco han hecho y poco pueden hacer las redes sociales y, lo que es peor, la comunidad internacional.

La revolución del pueblo iraní, si es que finalmente se produce, sólo el pueblo iraní, con su sangre y sus mártires incluidos, podrá llevarla a cabo y, desde luego, no se producirá desde un teclado y frente a una pantalla de ordenador, todo lo contrario, será en la calle, enfrentando cara a cara a los verdugos y pagando el elevado precio que toda revolución conlleva.

Mientras tanto, los corresponsales twitter, tanto desde dentro como desde fuera de Irán, continúan inundando las redes con informaciones que a veces es difícil confirmar e incluso seguir.

Josh Shahryar es consciente de ello, de la imposibilidad de contrastar el caudal de información procedente de un país donde la libertad de expresión se encuentra secuestrada y los informadores profesionales maniatados por el poder oficial, cuando no sucede que se toma como fuente a alguien que dice estar informando desde Teherán y en realidad lo está haciendo desde un chiringuito de Marbella tomando mojitos.

Por eso Shahryar, como muchos de nosotros, trata de hacer una síntesis de última hora intentando diferenciar las churras de las merinas dentro de la confusión y centrando su atención en aquellos que, al margen de las redes sociales, siguen empeñados en que esta protesta no se ahogue en el ruido de Internet.

Es así como nos enteramos que las protestas continúan organizándose de manera espontánea en los cementerios, donde se reúnen centenares de personas para llorar a los muertos, vigilados de cerca por los bassijs. Sólo en el de Beheshte Zahra se congreraron entre diez mil y quince mil personas, cifra que está por contrastar. Además, los comerciantes de Tabriz se han visto obligados a suspender las protestas debido a las intimidaciones y amenazas recibidas por los bassijs.

Musaví se ha dirigido a sus seguidores a través de su página de Facebook y les ha pedido que formen una cadena humana hoy domingo, mientras el grupo denominado “Madres de luto” se reunió en el Parque Laleh y encendieron velas en memoria de los manifestantes muertos. También familiares de los detenidos se manifiestan permanentemente a las puertas de la prisión de Evin pidiendo la liberación de sus seres queridos.

En el mundo religioso islámico tampoco las aguas bajan calmas, ya que se extiende el rumor, sin confirmación oficial, de que en Qom y Khorasan un buen número de clérigos están estudiando la posibilidad de denunciar las acciones del gobierno y declarar legítimas las protestas. A esto hay que sumarle que el Ayatolah Bayat Zanjani se une a la lista de los que apoyan la causa de los manifestantes y ha declarado que las protestas por la defensa de los derechos y en demanda de justicia son absolutamente legales, calificando la represión de las mismas como un acto ilegítimo. Zanjani ha seguido así los pasos de otros Ayatolahs como Taheri, Ghaffari y Montazeri que ya se sumaron a la causa con anterioridad.

La web de Al-Arabiya publica que Namdouh Ismail, abogado perteneciente a la Hermandad Musulmana, ha presentado una denuncia ante la Fiscalía General de la Nación, en Egipto, solicitando la prohibición de entrar al país a Ahmadinejad, que tendrá que acudir en misión diplomática en unas semanas, por fraude electoral.

Las detenciones continúan produciéndose a lo largo de todo el país, aunque algunos periodistas iraníes han sido liberados en los últimos días, como Maryam Ameri y Omid Mohaddes, que han sido puestos en libertad de la cárcel de Teherán.

Por otro lado, Amnistía Internacional sigue instando a la liberación de Saeed Hajjarian, destacado político y partidario de Mousaví, cuyo estado de salud se teme bastante deteriorado a causa de su diabetes. También la revista Newsweek exige la inmediata liberación de su reportero Maziar Bahari, detenido el 21 de junio bajo la acusación de instigar a la violencia tras la celebración de las elecciones, y que se ha negado sistemáticamente a ser asistido por un letrado.

Mientras tanto, los bassijs continúan la purga deteniendo a centenares de personas que cada noche suben a los tejados a manifestar su protesta en forma de cánticos.

Son los retratos de la realidad en ciento cuarenta caracteres, instantáneas efímeras donde a veces resalta más la intención que la realidad misma, pero que hoy por hoy son una fuente de información que el mundo entero no puede ignorar aún a costa del inconveniente de que la visión que ofrezca no se corresponda exactamente con la exactitud de los hechos.



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