Un Estado en el que la libre elección de los ciudadanos en las urnas ha de ser validada por el jefe espiritual supremo para que tenga visos de oficialidad, no es una república, ni un régimen democrático, es simple y llanamente una tiranía que cuando las expectativas de la gente lo sobrepasa, acude a la misma medicina a la que han recurrido siempre desde hace siglos los tiranos.
Y la función de los medios debería ser denunciarlo, no ocultarlo.
Em ni pais los ministros prometen o juran sus cargos delante de un crucifijo, y algunos ponen la mano en una biblia.
ResponderEliminarAnónimo: en tu país la religión no es Estado, allí sí.
ResponderEliminar