¿Por qué callas, Torrijos?

Una cosa tan simple, de la EGB de la democracia, como demostrar ante la opinión pública la veracidad de las palabras que uno dice. No acabo de entender qué complicación tiene eso.

Torrijos tiene que comprender que la transparencia en la gestión pública no sólo es una necesidad, sino una exigencia de higiene democrática. Y basta con demostrar mediante pruebas documentales o las que sean precisas que lo que uno dice es lo que en realidad ha ocurrido.

No me gustan los políticos que ante una cosa tan de cajón como aclarar dónde están unos fondos públicos fijan su punto de mira en el periodista. No sé si desconoce el señor Torrijos, que es obligación del periodista y mandato constitucional, amén de sólido fundamento del sistema democrático que nos rige, el interesarse y velar por el buen uso de los dineros públicos. El periodista hace su trabajo preocupándose porque los caudales públicos se empleen para lo que se promete o acuerda.

La obligación del político al uso es demostrar mediante los documentos necesarios que se ha cumplido lo acordado. Y esto no entraña dificultad alguna, basta con convocar una rueda de prensa y aportar la documentación requerida. Nada más.

No sé si al señor Torrijos le costará comprender que a los sevillanos les interese saber qué se hace con el dinero que pagan en concepto de impuestos. Probablemente, una importante mayoría de ellos está de acuerdo en que su ayuntamiento destine una parte del presupuesto a la ayuda al desarrollo. Es como para sentirse orgulloso con los tiempos que corren. Pero también es una exigencia que lo que se aporta solidariamente y con tanto sacrificio sea gestionado de una forma transparente y clara.

Esto no tiene mayor problema que cumplir con las normas mínimas exigibles en un sistema democrático y Torrijos debe entenderlo así y dejarse de batallitas con la prensa que a nada conducen.

Los periodistas tienen un papel perfectamente delimitado por la Constitución y las leyes del sistema democrático de velar por la transparencia de las instituciones, y hacen bien en cumplir con dicho papel con el esmero y la diligencia profesional exigibles.

Torrijos, como político, debería tenerlo asumido y centrarse en la política y en las obligaciones del cargo, entre las cuales se encuentra el dar explicaciones a la prensa y al ciudadano dando cuenta de su gestión. Algo tan antiguo como el propio mundo. Y no alarmarse ante algo tan natural como que la prensa le pida explicaciones sobre aspectos de la misma cumpliendo con sus obligaciones.

Lo que no es de recibo es que un experimentado sindicalista se alegre y esgrima como arma arrojadiza la triste realidad que está viviendo el mundo de los medios con un chaparrón de cierres de cabeceras, precariedad por doquier y despidos de periodistas. Eso no debe hacerlo nunca un sindicalista que se precie y tampoco un dirigente que se autoproclama de izquierdas. Hay que ser un poco más sensato y tener más sensibilidad con estos temas tan delicados y desagradables.

Que no se le olvide a Torrijos que, llegado el caso, kleenex en manos de un sistema capitalista tan despiadado como este podemos ser todos, incluso él mismo.